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Tribuna:SPLEEN, DE MADRID
Tribuna
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La peseta

Los memoriones de este periódico han explicado muy bien que no es sólo que la peseta baje, sino, sobre todo, que el dólar sube, de modo que incluso el deuschtmark, el franco fuerte y la libra están en baja respecto de la moneda yanqui. Yo diría que incluso la libra ha dejado de ser tan esterlina.Pero esta pobreza de la peseta (y por mi barrio hay cada día más mozallones de la geografía del paro, pidiendo lo que sea), esta pobreza que Máximo ha «visualizado» con grafísmo opinativo, en nuestras páginas de opinión, no es sino el signo por el que podríamos deducir una vez más -si no hubiera ya tantos signos- que el extranjero, la Europa esa tan nombrada, no son para nosotros más que tinieblas exteriores y que nos tienen tirados como una braga. Entre Schmidt y Schmidt (los alemanes tienen ahora dos en el poder, qué falta de imaginación), uno dice que bueno y otro que veremos, por lo que se refiere a nuestras integraciones/ desintegraciones en el MC, la OTAN, y otras formidables y espantosas máquinas del diluvio nuclear que viene. Aquí está pasando como cuando la República, para qué vamos a engañarnos. Y cuando la guerra. El mundo occidental ve con buenos ojos (lo cual es ver a través de un tópico; o sea, no ver) la democratización española, pero dejaron que la Il República se asfixiase, que Franco ganase la guerra (León Bloom fue el más gracioso de todos en su «no intervencionismo», un genio del celuloide rancio, el Harold Lloyd de la diplomacia), y están dejando ahora que esta democracia pueda/pudiera irse a tomar por retambufa.

No es que tengan que ser ellos quienes nós saquen las castañas populares del fuego terrorista/golpista, aunque bien mirado, sí, porque si se,unen en múltiples pactos arancelario/ ideológicos para salvarse mutuamente, ¿por qué no admiten de- una puñetera vez a España en esos pactos? Por el afán provinciano de ser los vecinos del principal y mantenernos en el entresuelo.

Lo de la «no injerencia política» va siendo cada vez más convencio nal, en cuanto que vivimos un mundo comunicacional, interde pendiente en todo, y nos encaminamos hacia la aldea planetaria de McLuhan. Pero la prosperidad europea y la agresividad yanqui ne cesitan de unos países ribereños, portaaviones, «en vías de desarrollo», como decía piadosamente López- Bravo, para anclar sus destructores o broncear sus señoras gordas por poco precio. Así es como la peseta está como está. Ano che he comido en casa de Duarte Pinto Coelho, entre portugueses, españoles, brasileños y otras gentes del mundo, siempre presididos por esas riquezas barrocas, vanguar distas, románticas, que pasan por su! inmensos salones como un río de espejos, río en el que Duarte nunca se baña dos veces, ya que tiene su palacio abierto al capricho de los demás y a su propio y reno vado capricho. Fernando Díaz Plaja, Paloma Segrelles, Tessa de Baviera, todo el patrimonio nacional y parte del internacional. Pienso que Europa debiera ser como la casa de Pinto Coelho, un fluir constante de culturas, riquezas y gentes bajo la mirada volteriana de las gárgolas góticas. En lugar de eso, Europa no ha hecho un solo ademán efectivo -salvo la hucha simbólica de Palme- por la demo cracia española que tanto ama. Un día se lo dije a Areilza, que naturalmente es giscardíano:

-Pero Giscard no nos ha hecho nunca ni caso. Uno, en su ingenuidad, piensa que quizá Mitterrand, si llegase al trono, quizá nos echaría una mano por el hombro. Los alemanes no se aclaran entre Felipe, Calvo-Sotelo y Paco Ordóñez. Para Haig/Reagan no somos más que un hangar. Si esta democracia no anda, será culpa del mundo democrático, porque todos dependemos de otros, y nosotros, de todos. El dinero perdió su olor con Vespasiano, pero la peseta sigue oliendo mal.

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