Sutcliffe estaba obsesionado con matar prostitutas
Peter Sutcliffe reconoció ayer, ante el jurado que habrá de juzgarle, ser el destripador de Yorkshire y, consiguientemente, el asesino de trece mujeres entre octubre de 1975 y noviembre de 1980.
«Matar prostitutas se transformó en una obsesión; era como una droga», había afirmado el camionero al iniciar su confesión ante la policía, que ayer fue leída ante el tribunal de Old Bailey, en Londres.
El acusado confirmó a la policía que se acordaba del nombre de todas sus víctimas y que los «guardaba en su cerebro para que le recordaran que era un monstruo, y que su dedicación al crimen era tan absorbente que, de no haber sido detenido, hubiera seguido eliminando mujeres sin pausa», en palabras del fiscal general, sir Michael Havers, quien actúa de acusador público en la causa.
A lo largo de las dieciséis horas que duró la confesión de Sutcliffe a la policía, el destripador de Yorkshire describió con todo tipo de detalles los asesinatos de las trece mujeres. El camionero, que cuenta 34 años, se ha reconocido culpable de «homicidio involuntario», y no de asesinato (muerte con premeditación), así como de siete intentos frustrados de dar muerte a otras tantas mujeres.
Casi toda la jornada de ayer estuvo dedicada a revelar los detalles que rodearon la detención del camionero, por casualidad, cuando se encontraba con una prostituta en un automóvil con matrícula falsa. Al ser preguntado sobre el destripador de Yorkshire, Sutcliffe no dudó un momento: «Pero si soy yo». E inmediatamente pidió que le dejaran decírselo personalmente a su esposa, una maestra de escuela, llamada Sonia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.