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Las Brigadas Rojas intentan aprovechar la explosiva situación de Nápoles

Juan Arias

Las Brigadas Rojas italianas tratan de explotar en su beneficio el grave deterioro de la situación social en Nápoles y su región, abrumada por las consecuencias del pasado terremoto y el desempleo. Este es el objetivo perseguido con el secuestro del dirigente regional democristiano Ciro Cirillo.

Las Brigadas Rojas han enviado la primera foto del dirigente democristiano napolitano Ciro Cirillo secuestrado el pasado lunes después de haber asesinado a su chófer y al policía de la escolta. Es la clásica foto del «prisionero del pueblo», en mangas de camisa, las esposas en las manos y detrás la inconfundible estrella de cinco puntas, símbolo de la primera organización terrorista de Italia. Junto con la foto de Ciro Cirillo, las Brigadas Rojas han enviado al diario napolitano Il Mattino un comunicado en el que explican las razones de los terroristas para el secuestro. Con el comunicado han entregado también dos documentos ideológicos, de 140 páginas cada uno, en los que se ponen de relieve todas las contradicciones sociales del Sur. Se pide que se expropien las casas deshabitadas para entregarlas a los «proletarios sin techo» y proponen toda una serie de eslóganes, como «trabajar todos, trabajar menos».

La policía piensa que el cerebro de esta operación, con la cual las Brigadas Rojas han decidido trasladarse desde las zonas industriales del Norte, donde habían fracasado, a las zonas más pobres y explotadas del Sur, es el catedrático de Florencia Giovanni Senzani, que había sido también la mente del secuestro del juez D'Urso en Roma. Senzani había trabajado tres años en un instituto profesional de Torre del Greco para estudiar la situación napolitana. Es el lugar donde ha sido secuestrado el líder democristiano.

Cambio de estrategia

La importancia política de este secuestro es elevada porque revela un cambio de estrategia de las Brigadas Rojas con una acción preparada detalladamente desde hace meses. Cirillo es un dirigente que durante más de veinte años ha permanecido a la cabeza del grupo democristiano de mayor poder en la zona napolitana. Por eso, sus interrogatorios en la «cárcel del pueblo» podrían ser muy peligrosos. El secuestro puede crear, además, grandes conflictos y tensiones de nuevo entre las fuerzas políticas, ante la previsión de que los secuestradores pidan elevadas y concretas condiciones para su liberación.Se teme la reacción de las 100.000 personas sin hogar de Nápoles y de las 140.000 que están sin trabajo. Si, por una parte, el democristiano Ciro Cirillo era el responsable oficial de la reconstrucción después del terremoto y, por tanto, una persona «temida, pero buscada», por otra, los terroristas podrían instrumentalizar este secuestro para despertar entre los «desesperados» absurdas ilusiones.

Por eso, el alcalde comunista de Nápoles ha participado inmediatamente en una manifestación en contra de los terroristas y ha declarado que se trata de «un ataque a la democracia». El terrorismo desea pescar ahora en un mar ya muy agitado de una ciudad, como Nápoles, que, sobre todo después del terremoto, se ha convertido en un verdadero polvorín.

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