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ELECCIONES FRANCESAS

Los cuatro principales aspirantes a la Presidencia de la República, a la caza del voto ajeno

A tres días del cierre de la campaña oficial de la primera ronda de las elecciones presidenciales francesas, cuyo escrutinio se celebrará el próximo domingo, el posible resultado de este último entra en el período más útil interrogante: los sondeos de los institutos de opinión no se harán públicos; los cuatro grandes se descuartizan entre ellos en función de los votos que más pueden servirle a cada uno. La Prensa nacional, a su vez, sin excepción, ha escogido su candidato y lo defiende sin escrúpulos.

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La temática de esta campaña francesa no ha sido amplia. Casi podría decirse que los problemas económicos, el empleo sobre todo, la han monopolizado. Ahora bien, durante esta última y breve semana, puesto que empezó ayer, martes, y terminará el viernes, el debate público, en los mítines y en los medios audiovisuales, ya es posible decir que se centrará en un solo y práctico problema: ¿cómo robarle votos a fulano, sin que mengano me los robe a mí? En este orden de cosas, el candidato gaullista, Jacques Chirac, que ha sorprendido a todo el mundo con su «resistible ascensión», es la víctima de los más gordos, el presidente y candidato, Valéry Giscard d'Estaing, y el pretendiente socialista François Mitterrand.A última hora comprueban que Chirac caza votos en todos los cotos, y lo fulminan sin contemplaciones. Para el candidato comunista, Georges Marcháis, aunque se declara el auténtico candidato anti-Giscard, su verdadero enemigo es el socialista. Y ambos, a la vez, Mitterrand y Marcháis, tienen que vapulear a los pequeños de izquierdas, culpables, a su entender, de la dispersión del electorado de este sector. Esos seis pequeños, en efecto, no pasarán a la historia por haber lanzado ideas sobresalientes, pero sí por su afán electoralista, como si fuesen accionados únicamente por la nostalgia de no ser grandes.

Una obsesión común: quitar votos a los rivales

¿Quién le quitará votos a quién? Este es el único tema del final de la campaña. La interrogación, cada cual la meditará y resolverá a su manera. Los sondeos continúan efectuándose, pero para los privilegiados que pueden pagarlos, puesto que una ley prohíbe su publicación durante la semana que precede al escrutinio. La gran Prensa de circulación nacional tampoco sirve de faro. Puesto que el independiente Le Monde no oculta sus simpatías por Mitterrand, Le Figaro y la decena de diarios del grupo Mersant apuestan por Giscard, y Le Matin, por el candidato socialista.Los pronósticos más corrientes continúan dando a Giscard y a Mitterrand como finalistas para la segunda ronda. Sólo la sorpresa eliminaría a uno de estos dos para colocar en su lugar a Chirac. Todo indicaría, por otra parte, que si el resultado es el previsto ni Giscard ni Mitterrand alcanzarían cotas exaltantes. La del presidente, desde el otoño último, que se situaba al nivel del 35% del electorado, ha descendido al 28%, que los últimos sondeos le conceden. Mitterrand bajó del 25% al 23%. El descalabro que se le anunció en un primer tiempo al candidato de los comunistas no se convertiría en un hecho el domingo inmediato. Y Chirac, de no conseguir su sueño (ser presidente), colocaría al gauIlismo en condiciones de supervivencia activa.

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