La mujer
En EL PAIS del 12 de abril hemos leído que un niño de catorce años dio muerte a su padre porque no podía seguir soportando los malos tratos que éste daba a su madre.En este caso quien ha tratado, equivocadamente, de hacer justicia es un niño. En otros, las mujeres golpeadas por sus maridos no tienen tanta suerte. Nadie intenta -ni en buena ni en mala forma de volverles la dignidad atropellada, mutilada, perdida. Nadie piensa que entre los valores de la sociedad, entre los derechos humanos, se encuentran los de las mujeres, que nunca terminan de sentir la mano opresora, que limita su libertad aún debajo de las sábanas, en medio de la noche. No hay momentos dignos o libres para muchas mujeres, y -desgraciadamente- las noticias que les afectan siempre están en las páginas perdidas de la Prensa.
La justicia que claman las mujeres nunca viene por el camino directo que establece la ley: el de los tribunales de justicia. Estos conocen diariamente de juicios de separaciones en que constatan malos tratos, lesiones, intentos de parricidios, etcétera, y nunca cumplen con las normas del Código Penal y de la ley procedimental, que imponen el deber de denunciar los delitos de que tengan conocimiento.
Los encargados de la administración de Justicia reciben denuncias de hechos constitutivos de coacción, amenaza, lesiones, abandono, atentados contra la libertad, violaciones, etcétera, y, o no los investigan, o los castigan en forma que sería risible, si no implicara una grave indefensión frente a agresiones que ofenden y lesionan la integridad física y moral de la mujer y sus hijos./ , por la Asesoría Jurídico Feminista. .
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