Un grupo desconocido de separatistas corsos se atribuye las explosiones del aeropuerto de Ajaccio
Ha muerto uno de los nueve heridos del atentado cometido en el aeropuerto de Ajaccio, capital de Córcega, el pasado día 16, en el momento en que aterrizaba el avión particular del presidente francés y candidato, Valéry Giscard d'Estaing. Se trata del turista suizo Peter Hitz. Un grupo desconocido hasta el presente, que se autodenomina Francotiradores y Partisanos Corsos (FTPC), reivindicó ayer este atentado, que ha enconado aún más las divergencias entre giscardianos y gaullistas.
Cuarenta y ocho horas después de la explosión de las dos bombas que han dramatizado la campaña electoral francesa por las presidenciales, el movimiento Francotiradores y Partisanos Corsos (FTPC), por medio de un texto enviado a la agencia FrancePresse, se declaró autor del atentado que, para el FTPC, es una «respuesta a la provocación que supone la presencia del jefe del Estado francés en nuestro suelo». Ese grupo se dice heredero de Pasquale Paoli, el fundador y jefe de la efimera República corsa en el siglo XVIII. Afirmó igualmente que «sólo la muerte o la liberación de nuestra patria pueden obligarnos a abandonar las armas». La investigación oficial aún no le concede excesivo crédito a la existencia de dicho grupo separatista. Lo cierto es que el atentado ha provocado la emergencia nacional en la campana del «problema corso», hasta ahora soslayado prácticamente. En lo que va de año se han cometido 156 atentados en la «isla de belleza» (112 reivindicados por el movimiento separatista Frente de Liberación Nacional Corso), lo que representa un aumento sensible respecto a 1980, año en el que se contabilizaron 378 acciones con explosivos.Este grave incidente, en el plano electoral, habrá servido para ahondar más las divisiones entre el gaullismo y el giscardismo. Este último acusa al candidato Jacques Chirac de «recuperación electoralista», como donsecuencia de sus declaraciones acusando a la policía de su falta de eficacia. Todos los demás candidatos a la presidencia de la República repudiaron tajantemente el atentado. Varios jefes de Estado extranjero enviaron telegramas de simpatía a Giscard. Los más sobresalientes han sido los del soviético Leónidas Breznev y del canciller alemán, Helmut Schmidt, que indirectamente se han manifestado últimamente en favor de la reelección de Giscard.
A una semana justa del escrutinio de la primera vuelta, los últimos sondeos conocidos (ya no se hará público ninguno más hasta el día del voto) aproximan a los «cuatro grandes» a sus porcentajes.
A Giscard le confirman su baja, situándolo alrededor del 28%; a Mitterrand, en torno al 23%; a Chirac, próximo al 19%, y a Marchais, en el 18 %.
De no producirse alteración sorprendente, el día 26 de abril, los dos primeros quedarían clasificados para disputarse el palacio del Elíseo el próximo 10 de mayo.
Por ello tanto el candidato comunista Marchais como el gaullista Chirac, a pesar de que este último sigue afirmando que él estará presente en la segunda vuelta, han iniciado un giro táctico con vistas a las negociaciones, el primero con Mitterrand y el segundo con Giscard. El 10 de mayo, en efecto, se planteará el problema de las consignas de voto de los perdedores de la primera ronda. Mitterrand tiene mucho que esperar de todo el electorado comunista. Y su eventual victoria no sería verosímil sin una relativa participación de los gaullistas. A salvo de una ascensión fulgurante de Giscard, tras el atentado de Ajaccio, tal como lo espera su gente, de igual manera que ocurrió en 1974, la presidencia se jugará en «un pañuelo».
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