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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La expectativa económica

LA SITUACION de la economía española al comenzar 1981 ha continuado empeorando. Las expectativas creadas a finales del pasado año; sobre todo por el lado del consumo (matriculación de automóviles, ventas en grandes almacenes), por desgracia, no se han confirmado. Prácticamente ninguno de los indicadores que miden la actividad económica registra síntomas de mejora. El consumo de energía eléctrica, que de algún modo refleja la marcha de la producción industrial, se ha situado, en el primer trimestre de 198 1, en los mismos niveles que hace un año, y ha sido un 9% inferior al del trimestre precedente. El paro registrado por el Ministerio de Trabajo a través de las oficinas de empleo ha crecido a un ritmo superior en los meses de enero y febrero que en los mismos meses del año anterior. Los mayores aumentos corresponden a la industria y a los jóvenes a la búsqueda de un primer empleo.En cuanto a la demanda de nuevos productos, las carteras de pedidos de las empresas no mejoran y continúan situadas en niveles muy negativos. Los empresarios que registran una cartera de pedidos inferior a la normal superan muy cumplidamente a quienes la consideran superior. El almacenamiento de productos terminados todavía sigue siendo muy alto, y el lento proceso de disminución que se registra señala que las empresas tratarán de liquidarlo, antes de encargar nuevos pedidos. La contratación de nuevas viviendas también está muy deprimida. En resumen, por el lado de la demanda interna, las expectativas de recuperación son mínimas.

Los estímulos exteriores, a juzgar por la atonía del consumo de energía eléctrica, tampoco parecen ser decisivos. La situación de la economía internacional al comenzar 1981 se sitúa por debajo de lo que ha sido en 1980. El choque de los precios del petróleo sufrido entre 1979 y 1980, con un aumento del 150%, todavía no ha sido absorbido, y los países industriales y en vías de desarrollo tratan de acomodarse a la nueva situación. A falta de las estadísticas de aduanas desde el mes de diciembre, el único dato disponible sobre la evolución de nuestras exportaciones consiste en el registro de caja del Banco de España. Las cifras para enero son inferiores en valores absolutos a las de hace un año.

Sin embargo, el moderado crecimiento del índice de precios al consumo de febrero, con un aumento del 0,5% (aproximadamente un 6% anual), y la distensión que se observa en los mercados de trabajo, permiten un mínimo de optimismo. La situación, no obstante, no es fácil, ni tampoco lo será su salida-. El mundo industrial se encutritra prisionero de una larga y compleja recesión -que todavía no ha desembocadéen crisis- y cuya solución no está en recetas simplistas, sino, precisamente, en un formidable esfuerzo de modernización del aparato productivo a todos, los niveles. El sistema financiero, por ejemplo, está destinado a ser mucho más libre; la educación se adaptará a una época electrónica,- las decisiones exigirán una gran responsabilidad y descentralización. El paso de un mundo basado en el petróleo barato a otro presidido por técnicas elaboradas de ahorro energético exige un enorme esfuerzo colectivo y una dirección muy cualificada y técnica de los asuntos públicos. Entre tanto, bueno será que Gobierno, empresarios y trabajadores se apresten a afrontar la realidad conscientes de su gravedad y de la posibilidad, sin embargo, de soluciones a su alcance.

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