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El Parlamento vasco, paralizado por las tensiones del PNV

Un año después de la constitución en Guernica del primer Parlamento vasco de la historia, el balance, necesariamente crítico de su actividad específicamente legislativa, se ve acompañado por redoblados llamamientos a la concertación entre las fuerzas políticas en él representadas. A las tomas de posición conocidas del PCE, PSE-PSOE y Euskadiko Ezkerra en esa dirección se unieron ayer mismo voces del propio PNV, cuyo órgano ejecutivo mantendrá durante esta semana contactos con las instancias intermedias del partido para sondear la opinión de las bases sobre los temas más accesibles al consenso, de cara a la presentación de un calendario, legislativo susceptible de ser pactado con la oposición.El balance de la actividad legislativa de la Cámara vasca en este año es, desde Iuego, bastante pobre: tan sólo dos de las dieciséis leyes incluidas en el programa legislativo del Gobierno Garaikoetxea para 1980 fueron aprobadas antes del 31 de diciembre. La falta de iniciativa legislativa del Ejecutivo vasco contrasta, por otra parte, con la resistencia del Grupo Parlamentario del PNV a aceptar las proposiciones de ley presentadas por la oposición.

Temas urgentes

Esta situación es especialmente grave si se tiene en cuenta que entre los temas previstos en el programa legislativo del Gobierno para antes de finalizar el primer trimestre de 1981 figuraban bastantes de las leyes consideradas por el propio Ejecutivo vasco como de desarrollo básico del Estatuto: ley de Gobierno, de Territorios Históricos, de Normalización del Eusquera, de la Televisión Autónoma, etcétera, todos los cuales figuran entre los que la oposición considera que deben ser consensuados. Euskadiko Ezkerra (EE) y el Partido Socialista de Euskadi (PSE) presentaron recientemente sendas proposiciones de ley por las que exigirían una mayoría cualificada para la aprobación de esa legislación básica. Euskadiko Ezkerra presentó una lista de 33 leyes para las que sería necesaria la mayoría absoluta de la Cámara, es decir, 31 votos. El PSE-PSOE, por su parte, reducía la lista a once leyes, pero proponiendo que la mayoría exigible fuera de dos tercios. Esta fórmula estaba destinada a evitar que la concertación se viera reducida en la práctica al pacto del PNV (veinticinco escaños) con EE (seis escaños), en unos temas, y con UCD (seis escaños), en otros. El límite de dos tercios obligaría al PNV, en opinión de los socialistas, a buscar acuerdos que fueran más allá del pacto nacionalista (PNV-EE), o del pacto de las fuerzas socialmente conservadoras (PNV-UCD).

Los contactos en curso de la dirección del PNV con instancias intermedias del partido, como paso previo al esperado pronunciamiento nacionalista respecto a las propuestas de la oposición, parecen confirmar, por otra parte, la impresión, ampliamente extendida, de que una de las causas de la falta de iniciativa legislativa del Gobierno es la división interna del propio PNV respecto de algunas de las cuestiones a consensuar. Tal sería el caso, por ejemplo, de la ley de Territorios Históricos, destinada a regular las relaciones entre la comunidad autónoma y cada una de las provincias vascas, en particular en lo referente a las aportaciones de cada diputación a la Hacienda del País Vasco.

Problemas de hacienda,

El hecho de que el PNV no haya sido capaz de presentar todavía ante la Cámara un proyecto de ley sobre el tema (pese a la filtración de varios anteproyectos oficiosos) indicaría, en ese sentido, la existencia de serias divergencias internas, en particular entre los nacionalistas alaveses -con el diputado general y, a la vez, portavoz del grupo nacionalista en el Parlamento, Emilio Guevara, a la cabeza-, por una parte, y los nacionalistas vizcaínos y guipuzcoanos, por otra. Las implicaciones prácticas que podría llegar a tener el sentido en que se resuelva el contencioso parece revelar que, junto a consideraciones más o menos ideológicas, intereses económicos muy concretos pueden estar determinando el curso de la polémica.

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Las distintas actitudes ante la problemática de la lengua vasca existentes en el seno del PNV podrían quizá explicar también, en la misma línea, el incumplimiento por parte del grupo mayoritario en el Parlamento de su compromiso de presentar antes del 31 de marzo un proyecto de ley de bases del eusquera. Dicho compromiso, aceptado el pasado 26 de noviembre, fue la consecuencia del consenso total entonces logrado en torno a una proposición no de ley presentada por los grupos socialista y coniunista, y que excepcionalmente obtuvo luz verde en la Comisión de Cultura por parte del PNV.

Oportunidades de desarrollo autonómico

La recuperación de ese espíritu de concertación fugazmente aparecido én noviembre en tomo a la lengua vasca -y luego esfumado- parece estar presente en el artículo publicado ayer en la Prensa de Bilbao por el diputado nacionalista Iñaki Anasagasti. «Hay coyunturas», escribe Anasagasti, «que impone en un esfuerzo de entendimiento para no desperdiciar oportunidades de desarrollo autonómico, evitar la involución y afianzar la democracia a nivel estatal». Por ello, todos los partidos vascos, «sin renunciar a nuestros principios ni a resultados electorales, tenemos que ir a una empresa de entendimiento para buscar, con ánimo político y de conciliación, fórmulas que contribuyan a solucionar los grandes problemas vascos y estatales». Como ejemplo de esta línea de concertación cita Anasagasti la «política seguida en varias naciones de Europa occidental después de la segunda guerra mundial».

De que en el seno del PNV se imponga esa postura, adelantada ya por Garaikoetxea, al reconocer que «vivimos momentos delicados en los que quizá haya que hacer un gran esfuerzo de concertación», o la de quienes, desde las filas nacionalistas, siguen pensando que la institucionalización de la autonomía vasca es posible sin la participación de las fuerzas de oposición, dependen en buena medida que el balance futuro del Parlametito de Vitoria sea o no tan negativo como el que a la vista de se primer año de (in) actividad legislativa puede hoy trazarse.

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