Salvar Doñana
He podido comprobar recientemente, en un recorrido por el Parque Nacional de Doñana, el desolador aspecto que presenta, tanto su fauna como su flora, debido, principalmente, a la sequía que estamos sufriendo y que repercute directamente en una escasez no sólo de agua sino de alimentos necesarios para el normal desarrollo del ciclo biológico.Por citar algún ejemplo, tenemos el caso de los ansares y patos, que, debido a la citada escasez, se han encontrado faltos de alimentación para poder emigrar a zonas nórdicas (a pesar del gran esfuerzo de los hombres del Icona al sustituir la falta de recursos naturales, esparciendo miles de kilos de grano por los diferentes lucios o lagos temporales de Doñana), y, de esa forma, poder compensar la crítica situación por la que atraviesa el parque.
Hasta aquí la intervención positiva del hombre dentro de un ambiente adverso; pero ahora llegamos a una situación opuesta, intolerable e ilegal, se mire desde donde se mire, y me refiero a la falta de conciencia de algunas personas (con perdón por lo de personas):
En primer lugar, los cazadores furtivos; en segundo lugar, los vehículos piratas, que se introducen para enseñar el coto, utilizando caminos distintos y perjudicandó a los animales y plantas que crecen normalmente en Doñana.
Por último, nos encontramos con los chabolistas, otro grupo muy dañino, que habita en una extensión de seis kilómetros de playa, que construye sus viviendas con restos de chatarras, maderas, etcétera, que no pueden emigrar hacia otras zonas, alegando falsos pretextos: «que es su lugar de trabajo en verano», y que «no tienen dinero»; pero sí tienen un Land Rover en sus puertas.
Como decía ese gran amigo de los animales que fue Félix Rodríguez de la Fuente: «Toda especie animal, por muy dañina que sea, cumple una misión importantísima en el normal desarrollo del ciclo biológico», pero mucho me temo que estas tres últimas especies son la excepción que confirma la regla.
Por ello, todos deberíamos colaborar y responsabilizarnos en la conservación de este santuario biológico, en parte deteriorado por el creciente aumento deniográfico, por los muchísimos intereses públicos y privados, y, por supuesto, por la contaminación existente a todos los niveles./
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