Miguel Herrero no descarta la modificación de la ley de Divorcio en el Senado
La tensión interna que Unión de Centro Democrático (UCD) ha venido acumulando durante todo el proceso de elaboración y debate del proyecto de ley de Divorcio provocó ayer tarde, una vez más, que el partido del Gobierno quedara en evidencla ante el Pleno del Congreso de los Diputados, al sostener posturas manifiestamente contrarias al ministro de Justicia, el socialdemócrata Francisco Fernández Ordóñez, y el portavoz del grupo parlamentario, el democristiano Miguel HerreroEste último llegó incluso a amenazarcon modificarlos artículos 59 y 60, referentes a la validez civil de los matrimonios religiosos en el Senado, con el fin de salvar, según dijo, «el respeto a los acuerdos jurídicos con la Santa Sede». Este respeto fue interpretado con dureza por la oposición y por el sector socialdemócrata de UCD.
De nada sirvieron las idas y venidas que se sucedieron durante toda la tarde por los pasillos del Congreso para evitar «no dar otra vez espectáculo», como dijo el diputado socialista Virgillo Zapatero, que observaba atentamente los movimientos internos de UCD. De nada sirvió tampoco la negativa del presidente de UCD, Agustín Rodríguez Sahagún, a que el Grupo Centrista celebrara la reunión de todos los martes.
Por,encima de la decisión de Rodriguez Sahagún, el presidente del grupo, Miguel Herrero, convocó, media hora antes de comenzar el Pleno, una reunión del consejo directivo del Grupo Parlamentarlo Centrista, integrado por quince diputados, la mayor parte adictos a Martín Villa o suaristas y unos pocos democristianos y socialdemócratas.
Aumentan las diferencias internas en UCD por el contenido del proyecto de ley de Divorcio
La reunión del consejo de dirección fue breve, pero, como viene sucediendo cada vez que el partido del Gobierno se reúne para debatir el tema del divorcio, fue muy tensa, y no faltaron las amenazas por ambas partes de romper la disciplina de voto.Los socialdemócratas, según pudo saber EL PAIS, recriminaron a los democristianos el no acatar los acuerdos del Comité Ejecutivo de UCD, según los cuales tan sólo se modificaría el artículo 82.5, conocido como el del «repudio». Los democristianos respondían, no sin razón, que el documento del Comité Ejecutivo era tan ambiguo que podía desprenderse de él cualquier interpretación. Tras una acalorada discusión, unos y otros llegaron por fin a algo parecido a un acuerdo: los democristianos votarían a favor de los citados artículos, pero Miguel Herrero dejaría bien claro, como así hizo ante el Pleno, que una cosa es el Gobierno, otra el partido y otra el grupo parlamentario. En su explicación de voto, Herrero de Miñón vino a decir que, si bien de momento perdían la batalla, no daban la guerra por concluida, y el Senado seria su mejor arma.
Por no ponerse de acuerdo, el actual ministro de Justicia y el portavoz del grupo ni siquiera se aceptaron mutuamente un borrador de nueva redacción en el único artículo en el que se supone que ya está todo pactado y cuya modificación no creara problemas: el 82.5. A mitad de la soporífera sesión de ayer, Herrero le pasó al ministro dicho borrador, este lo leyó y, poco convencido, se lo devolvió a su autor. Miguel Herrero, sin disimular su enfado, lo rompió ostentosamente, sin que Fernández Ordóñez se diera por aludido.
De momento, el proyecto de ley de Divorcio queda redactado, pues, tal cual lo dictaminó la Comisión de Justicia. El origen del conflicto de la tarde de ayer habría que buscarlo en que la actual redacción de los artículos 59 y 60 es susceptible de una doble interpretación. En su texto se alude a que los matrimonio. celebrados según las normas del derecho canónico no tendrán validez si no se ajustan al derecho del Estado. Si de esta redacción se hace una lectura progresista, los matrimonios religiosos son considerados como tales en cuanto a la forma, el rito o el tipo de ceremonia elegido para su celebración. Así lo explicó con una claridad rotunda el ministro de Justicia: «Este proyecto de ley sólo contempla un tipo de matrimonio, que puede celebrarse según las formas de la Iglesia católica, o según las formas de cualquier otra confesión religiosa, siempre que estén acorde con la Constitución». «Para mí», añadió, «la palabra normas significa únicamente forma».
Sin embargo, forzando de alguna manera la redacción actual, pero sin tener que modificarla necesariamente, hay quien deduce que si el matrimonio religioso se celebra según las normas del Derecho canónico, éstas mismas normas incluyen la indisolubilidad del vínculo, luego el divorcio nunca podría afectar a los católicos.
Interpretación de CD
Esta segunda interpretación es la que han defendido a lo largo de todos los debates el representante de Coalición Democrática, Juan Luis de la Vallina, y el disidente de UCD, Díaz Pinés. Lo que muchos políticos se preguntaban ayer tarde es de qué manera los democristianos, a través del Senado, lograrán aumentar la influencia de la Iglesia católica en el actual proyecto de ley de Divorcio, sin tener que llegar a posturas rechazadas por ellos como son las de CD.
La interpretación más coherente habría que buscarla en que los democristianos de UCD desean dar un trato aislado y preferente para el matrimonio religioso católico, sin mezclarlo con las restantes confesiones religiosas, de cara a la opinión pública y a la Iglesia católica. Esta operación se situaría en la línea que parecen haber iniciado los democristianos centristas, cada vez con mayor claridad, de aprovechar la ley de Divorcio como su plataforma de lanzamiento para crear un partido político de signo confesional.
Hay un último dato a destacaren la sesión de ayer. Miguel Herrero aseguró que ellos habían votado favorablemente el actual proyecto Ordóñez. Sin embargo, en el recuento de la votación de las enmiendas de Coalición Democrática, hubo ocho síes que, necesariamente, provenían de otro grupo parlamentario. Desde luego, nadie pensaba que esta fuga de votos se había producido en las filas del PCE, del PSOE o de las minorías. Hubo diputados de UCD, pues, que votaron en contra del proyecto de su propio partido, y eso que, en el momento de la votación, se ausentaron hábilmente de la sala los dos dirigentes democristianos Oscar Alzaga y Fernando Alvarez de Miranda.
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