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La violenta erupción del Etna siembra el pánico en los pueblos cercanos al volcán

Juan Arias

El volcán Etna, en la provincia italiana de Catania (Sicilia), ha vuelto a sembrar el pánico entre sus habitantes con un duro despertar de fuego como no ocurría desde hace mucho tiempo. El espectáculo es dantesco: tres grandes bocas de fuego abiertas a 2.500 metros de altura lanzan una montaña de fuego líquido que a veces alcanza ocho metros de altura.

Por primera vez desde hace siglos, la erupción ha afectado a zonas consideradas ya muertas, como ha afirmado el catedrático Latterio Villari, director del Instituto Internacional de Vulcanología del Consejo Nacional de Investigación. Según el experto, los primeros temblores, percibidos sólo por los aparatos de detección, empezaron el 27 de febrero con una serie de microseísmos.Las tres bocas se abrieron cuando los aviones estaban reconociendo desde lo alto el volcán después del primer gran temblor que el lunes sembró el pánico provenzano en las faldas de la montaña.

La mayor preocupación de esta violenta erupción es para los habitantes de la pequeña ciudad medieval de Randazzo, a cuatro kilómetros del volcán. Sus 15.000 habitantes han vivido las dos últimas noches en el terror. Pero esta vez, para que no suceda como en los tiempos tristes del terremoto, las autoridades han reaccionado a tiempo y han movilizado miles de personas, carabineros, bomberos, guardias de finanzas y militares para actuar en caso de emergencia. En Rendazzo hay más de cien camiones del Ejército, cientos de autobuses y trenes preparados en la estación y dispuestos a evacuar a la primera orden.

Las familias pasan las horas con el coche lleno de gasolina hasta los topes y cargados con todos sus objetos preciosos para poder huir en cualquier momento.

Los expertos afirmaron ayer que la lava está perdiendo velocidad y que se había parado a tres kilómetros de la ciudad, pero que no es posible hacer profecias ciertas, porque esta vez la fuerza de la erupción ha sido excepcional.

Los tres ríos de fuego que han bajado como monstruos desde lo alto del volcán han causado ya ingentes daños materiales. Han arrasado más de veinte hectáreas de bosque y de viñas, numerosos chalés y caseríos. En las bodegas de los labradores, por donde ha resbalado el fuego, han, estallado cientos de cubas de vino.

El mayor temor es que el fuego pueda bloquear, como en 1923, la central eléctrica de Alcántara, lo que afectaría gravemente a la ciudad de Messina.

Para complicar el problema, anoche cayó nieve a dos pasos de la boca del volcán. Las autoridades han pedido que no se acerquen a la zona ni turistas ni curiosos. Pero nadie ha hecho caso y están llegando, para contemplar el imponente espectáculo, miles de coches de toda Italia y hasta del extranjero.

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