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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Golpe fallido en Mauritania

EN LOS primeros tiempos de la independencia de Marruecos, Mauritania figuraba como parte del territorio irredento; el Istiqlal, partido nacionalista. que fue una coalición y poco a poco derivó hacia un cierto fascismo bajo la dirección del fanático Allal el Fassi, reivindicaba su territorio (y no le faltaban alusiones, además de a Ceuta y Melilla, a Canarias y Andalucía: Al-Andalus). Mauritania vive desde entonces bajo la presión de Marruecos, tratando de preservar su independencia y, al mismo tiempo, de contemporizar con su gran y poderoso vecino. Sobre todo, a partir del momento en que se formalizó la anexión del Sahara y la lucha del Frente Polisario, cuando Mauritania aceptó un trozo -pobre, pero comprometido- del territorio absorbido. El país se encontraba por una parte con los más duros ataques polisarios -era la zona más indefensa- y con la amenaza de Marruecos de «reforzar» su territorio y su Ejército. Una diplomacia lenta y minuciosa, no sin cambios drásticos en el Gobiemo, logró recuperar parte de la independencia: unos acuerdos con el Frente Polisario, otros con Marruecos -a regañadientes-, algo de la protección francesa y una cierta garantía argelina.No todo el mundo en Mauritania compartía esta diplomacia. Algunos de los que no compartían la búsqueda del equilibrio y la neutralidad y que preferían la alineación con Marruecos -buscando un imperio, eco lejanísimo y caricaturesco de lo que fue el Imperio Mauritano- han tratado ahora de dar un golpe de Estado militar, verdadera lacra del subdesarrollo. Parece que el Gobierno mauritano tiene en su poder información y declaraciones que comprometen directamente a Marruecos: no sólo como beneficiado en el caso de éxito del golpe, sino como inductor. La consecuencia inmediata ha sido la ruptura de relaciones con Marruecos y la busca de protección en Argelia, que se ofrece ahora a «reforzar» el Ejército mauritano.

La consecuencia es una alteración del precario equilibrio de la zona. El golpe de Estado habría modificado la situación en un sentido favorable a Marruecos: su fracaso, por consiguiente, lo inclina hacia el Frente Polisario y hacia Argelia. Probablemente, la menor intención de Argelia es la de entrar en conflicto directo con Marruecos, en un momento en que trata de construir una política neutralista y distante; pero la caída de Mauritania hubiera, supuesto el final de unos esfuerzos diplomáticos y políticos que realiza en estos momentos, y que consistirían, sobre todo, en crear un territorio autónomo para la República Saharaui y quitarse de su territorio a los polisarios, que están representando una forma demasiado activa de la revolución.

Es evidente que la versión marroquí del suceso es inversa: no sólo no ha participado en el golpe -dice oficialmente-, sino que éste ha existido solamente como ficción y como parte de un compló más extenso contra Marruecos, para perjudicar su imagen tras los «éxitos» conseguidos en el terreno militar y diplomático, y para dar una nueva base a los guerrilleros: el temor real de Rabat es que Mauritania se convierta en una nueva base de ataque al territorio saharaui.

El suceso ha modificado considerablemente todo el esquema de la zona. Pero es demasiado pronto para hacer predicciones de cómo se ha de desarrollar. Algo con lo que hay que contar es que, por ahora -y sobre todo ahora, cuando el mundo busca, desde Washington, unas formas más rígidas del enfrentamiento-, Marruecos no renuncia a su integración del Sahara.

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