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La RAI emitirá el documental televisivo sobre la prostitución

Juan Arias

La cadena estatal de la televisión italiana acordó ayer emitir el próximo jueves el programa documental sobre la prostitución, que suspendió anteayer después de recibir su director un telegrama del presidente de la Comisión de Vigilancia Parlamentaria de la RAI, el democristiano Bubbico, que pedía la supresión del filme. La obediencia de la cadena estatal a la sugerencia del diputado Bubbico, democristiano, causó un gran revuelo en Italia. En círculos religiosos italianos, se deploró ayer la decisión final de emitir el programa en fecha próxima y se consideró como una provocación que fuera el día elegido coincidente con la festividad de San José.

«La prostituta francesa Veronique, censurada por la televisión, se ha convertido en un caso de Estado», escribió ayer el diario romano Paese Sera. En verdad, ayer, toda las vestiduras de la Prensa de Italia se rasgó las vestiduras ante la primitive decisión de la RAI- la cadena estatal de televisión-de suspender, sólo una hora antes de la transmisión, un panorama que, con razón o sin ella, se había convertido por la publicidad en un caso excepcional.Exceto dos o tres diarios marcadamente conservadores como Il Tempo, de Roma, e Il Giornale, de Milán, toda la Prensa nacional reaccionó duramente ante lo que Il Messagiero, con grandes titulares en primera página, calificó de «abuso inaudito, que estrangula el plurilismo y la autonomía de la televisión». Todos los diarios le dedicaron, además de un amplio espacio informativo, un editorial. El más mordaz fue el de Reppublica, que tituló su comentario con estas palabras: « ¡Cuántos esclavos en televisión!».

El diario socialista Avatiti escribió: «El pueblo italiano es libre y mayor de edad y la iniciativa de censura del presidente Bubbico representa un precedente preocupante». Por su parte. Corriere della Sera, que es el primer diario del país y que se había mostrado anteriormente más bien en contra del programa, esta vez titula a cuatro columnas en primera el acto de censura Y publica el texto de los encuentros más importantes de la prostituta con sus clientes.

Las primeras reacciones de los observadores extranjeros ante el eco que el caso ha empezado a tener en los medios de información fueron que este hecho demuestra la madurez de fondo de los italianos en materia de libertad de expresión. Es un tema casi tabú. Nada ofende tanto a este país como el que se le considere menor de edad y por tanto obligado a que alguien, desde el poder, le diga lo que debe o no debe ver.

El programa

Por otra parte, todos los comentaristas que habían visto ya el programa, entre ellos EL PAIS, aseguran que se trata de una proyección más bien gris, monótona y triste.Durante la hora de programa pasan ante Veronique once personajes. Entre ellos, un representante de comercio, un policía, un masoquista, un degenerado sexual, un casado que enseña la fotografía de su mujer y de sus niños, un joven que habla de su novia, un exhibicionista, etcétera.

El primero que desfila es uno que en vez de 3.000 pesetas pide pagar sólo la mitad. De quince minutos que dura todo, diez se los pasa regateando el precio. El segundo se ve sólo con el torax desnudo. Se acuesta, hacen el amor, pero es todo tan difuminado y cortado, de modo que apenas se advierte. El tercero no se ve. Es una conversación por teléfono. Como Veronique habla mal el italiano, este hombre se esfuerza en hablar en francés. Quiere saber de qué color son los pelos de la prostituta. Ella entiende cabellos y dice: «Rubios». El insiste: «No, los de abajo». Ella entiende las piernas y responde: «Bonitas». Por fin entiende y dice: «No quiero hablar de estas cosas por teléfono». El cuarto se entrevé desnudo acostado en la cama. Ella está desnuda de pie. Se desarrolla este diálogo: «Coge la correa y pégame», dice el hombre. Ella le pregunta por qué le gustan estas cosas: «Porque es distinto. Si no, sería siempre igual».

El quinto ha sido quizá el personaje que más ha preocupado a los democristianos. Es un joven. Entra el día en que Veronique tiene vacaciones; «Yo soy un policía». Le pregunta ella si sabe hablar francés. El repite la frase: «Soy un policía», e insiste en que tiene que hacer el amor y «sin pagar». Ella se defiende diciendo que es su día libre: «Yo soy un policía y tú una prostituta. Y como sabes las prostitutas tienen que tener los papeles en regla con la policía y casi nunca los tienen. Tú tampoco». Veronique insiste: «Yo no tengo nada pendiente ». Ante la pistola la prostituta se acuesta con el joven. Se le ve vestirse y recoger la pistola. Veronique, cuando se va el policía, llora en un rincón de la habitación. Otro, personaje muy interesante para los psicoanalistas es el que le pide que le mire mientras orina: «Lo ves, mamá, como soy bueno», se le oye decir desde el retrete. No se le ve. En la RAI se ha creado ya un comité de lucha en defensa de las autoras del programa censurado, y, se ha anunciado una huelga.

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