Considero una suerte
que hayan sido publicadas simultáneamente la declaración de los obispos sobre el tema del «divorcio» y la crítica socialista a dicha declaración. Ello nos ha permitido comparar el tono sereno y la argumentación rigurosa de la declaración episcopal con el sarcástico del comunicado socialista destinado más a «ridiculizar» a quien consideran su adversario que a exponer las propias ideas, que repiten reiteradamente, sin demostración, como si fueran evidentes.Ya estábamos acostumbrados, no obstante, a ese tipo de argumentación por las intervenciones de algunos de los socialistas en el Congreso de los Diputados.
¿Seremos capaces -todos- de aprender del equilibrio y mesura que destila cada uno de los puntos de la declaración episcopal?/ . .
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