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El Gabinete Thatcher reafirma su dura política monetaria como instrumento para controlar la inflación

Andrés Ortega

En la presentación del nuevo presupuesto general para 1981-1982, el Gobierno británico se reafirmó ayer en su deseo de luchar contra la inflación siguiendo una política monetarista. La crisis económica, por sus efectos en el paro, ha forzado un aumento del gasto público, que el Gobierno quiere financiar aumentando algunos impuestos indirectos. El tipo básico de descuento baja de un 14% a un 12%.

Para el Gobierno británico, señaló ayer en la Cámara de los Comunes el canciller del Exchequer, sir Geoffrey Howe, la prioridad sigue siendo la lucha contra la inflación, que se situará el próximo año alrededor del 10%. El canciller reconoció también los efectos perjudiciales en la economía británica del elevado tipo de cambio de la libra, pero se confirmó en su política monetarista.El gasto público aumentará, sin embargo, situándose en el orden de los 79.500 millones de libras (quince billones de pesetas), un 3,4% más de lo que se preveía hace doce meses. Esto se debe a la recesión económica, a los mayores gastos que produce el paro creciente y las necesidades de las industrias nacionalizadas y de las autoridades locales.

Los gastos de defensa, por ejemplo, se reducirán en unos 36.000 millones de pesetas. Como el Gobierno quiere controlar la inflación, no puede pasarse en los 10.500 millones de libras esterlinas de necesidades crediticias para 1981-1982. Para ello tendrá que aumentar la imposición indirecta, pues de otro modo aumentaría la oferta monetaria. Esta, medida en Sterling M3, tendrá un crecimiento calculado para 1981-1982 en un 60%-10% (en 1980-1981 se preveía un aumento de esta oferta monetaria de un 7%-11%, cuando en realidad fue del 20%).

Entre los ingresos suplementarios del Gobierno británico, unos mil millones de libras (190.000 millones de pesetas) vendrán de los nuevos impuestos sobre la producción de petróleo del mar del Norte, y 3.400 millones de libras, de nuevos impuestos indirectos.

El litro de cerveza aumentará en más de quince pesetas; el de vino, en veintitrés pesetas; la botella de whisky, en 114 pesetas, y el tabaco, en veintisiete pesetas por cada cajetilla, que ahora costará unas 171 pesetas. El litro de gasolina aumentará en un promedio de 8,4 pesetas, llegando a 68 pesetas, en un país que, es casi auto suficiente en petróleo. Todo esto contribuirá de forma inmediata a que la inflación aumente en dos puntos. Por otra parte, los niveles de desgravación fiscal personal no se modifican, con lo que de hecho aumentan los impuestos indirectos.

Reducir los tipos de interés

Así, reduciendo su déficit, el Gobierno espera frenar la inflación y poder reducir los tipos de interés. El tipo básico de descuento baja en un 2%, situándose en un 12%, más elevado de lo que la industria esperaba. La Industria británica, salvo las medidas especiales para pequeñas y nuevas empresas, no sale muy bien parada de este presupuesto. No cambian las contribuciones a la Seguridad Social, aunque sí se permitirá una mayor flexibilidad en la fijación de los precios de la electricidad y del gas para los consumidores industriales, aunque no cambia la tasa especial sobre el fuel.

Por otra parte, los bancos se verán obligados a pagar impuestos (un 2,5%) sobre los beneficios sacados de las cuentas de los clientes.

El Gobierno introducirá también medidas para evitar la evasión fiscal por transferencias de capitales al extranjero, como ocurrió en el famoso caso de los Vestey. Pero, en general, se trata de un presupuesto austero que no indica realmente adónde se dirige la política económica. Hoy será debatido en la Cámara de los Comunes.

Una revolución en el sistema británico es que a partir de ahora los presupuestos se calcularán en dinero en efectivo, y no en volumen como se venía haciendo hasta ahora: 9.9 señaló el canciller del Exchequer, cuando se acabe el dinero, se acabó.

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