Discurso de investidura

He seguido atentamente el discurso de investidura del candidato Calvo Sotelo. Guste o no guste a alguno de los sectores que componen nuestro espectro parlamentario, se trata de un programa económico, político y social, claro y concreto.Los titulares de primera página de EL PAIS del día siguiente me han desconcertado. «Silencios de Calvo Sotelo sobre divorcio, la cultura y la enseñanza».

Un examen imparcial de un programa debe ofrecer siempre un «debe» y un «haber» ponderando exhaustivamente ambos aspectos. Tan injusto es exagerar el «haber» como descalificar por el «debe».

En mi opinión, la Prensa tiene, por una parte, la obligación moral de informar a sus lectores, y, por otra, la responsabilidad de arrimar el hombro para que se llegue a superar de una vez por todas la crisis que sufrimos, sin más traumas para el pueblo.

Si la Prensa española, consciente de su inmenso poder, en vez de proponerse una crítica constructiva del quehacer político, se dedica a descalificar de entrada todo un programa por una ausencia de tratamientos, estamos, desgraciadamente, en un país sin salida en donde los políticos, que no olvidemos también son humanos, terminarán aburridos y desencantados, convencidos de que su esfuerzo no merece realmente la pena. Y pienso, tal vez esté equivocado, que hemos tenido un reciente ejemplo./