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PRENSA

El diario parisiense "Liberation" suspendió ayer su publicación

El diario parisiense Liberation, ex izquierdista, coco de todas las instituciones, suspendió ayer su publicación. Paradójicamente, respecto a la miseria más o menos relativa en la que se debate la Prensa de la capital francesa, Liberation no se ha suicidado por razones económicas. El director del diario, Serge July, espera resucitar el mismo título dentro de pocas semanas o, en el peor de los casos, para el próximo mes de septiembre.

A la más bella creación periodística francesa de la posguerra le correspondía la muerte o el silencio más hermosos. Liberation ha dejado de apare cer en los quioscos simplemen te porque no estaba contento de sí mismo. Desde hace algunos años se autofinanciaba, su público aumentaba y, día tras día, en diez años de existencia, se había hecho irreemplazable para los 45.000 franceses que se referían a su Liberation con el mismo fervor que lo hace con Le Monde su medio millón de lectores. Liberation fue en el origen el nido que recogió a los vencidos de aquellas barricadas que re volucionaron durante un par de semanas a la sociedad francesa de 1968. El espíritu de aquella «cruzada» estudiantil se refugió en Liberation. El maoísmo y todos los ismos beligerantes al inicio de la década de los seten ta empezaron a patear todos los tabúes e hipocresías institucio nalizadas de la sociedad gala: los drogados, los homosexuales, los presos, las prostitutas, los anónimos de toda especie, los antihéroes, encontraron en Liberation su portavoz. Desde el punto de vista empresarial, la aventura no fue menos arriesgada: Liberation no admitía publicidad y sus anuncios por palabras eran gratuitos. Pero el trabajo, las crisis sucesivas que acabaron con los ismos ideológicos y el tiempo, consolidaron al diario como una fotografía parcial, pero real y viva, de la sociedad moderna, y el Liberation de los marginales descubrió que respondía a eso y a mucho más.Y aquí se acabó Liberation, de momento al menos. Sus estructuras autogestionarias han puesto en entredicho la cohesión de la redacción a partir del momento en que el periódico dejó de ser un «juego» para convertirse en una institución, que es lo que combatió y lo que le dio razón de ser. Su último gesto ha sido el silencio que se ha impuesto, ante la estupefacción y algunas lágrimas de sus incondicionales.

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