Un demócrata
No sé si efectivamente tenemos una democracia (consolidada), pero por lo menos tenemos un demócrata: Francisco Fernández-Ordóñez. Aquello que dijo Nietzsche, en Sils-María, para gratificarse de no haber podido enrollar a Lou-Andreas Salomé:
-Una generación no es sino el rodeo que da la especie para producir un genio.
Quizá la transición democrática, la reforma democrática, la democracia democrática, no haya sido sino el rodeo que da la democracia para producir un demócrata: Ordóñez. Hay otros, claro, pero se están extinguiendo, como el urogallo y el oso cántabroastur. Ni los urogallos ni los osos cántabroastures pueden soportar el matrimonio canónico hasta que el cazador nos separe, de modo que se suicidan en multitud, como las minorías parlamentarias en el hemiciclo. Siempre han escaseado en España los urogallos, los osos cántabroastures y los demócratas, siendo tres especies tan nuestras. Se conoce que las cazan los furtivos con el telerrifle telescópico de Francis Franco. Ahora, con la nueva era o nueva involución/ glaciación, habría que aprontar un Coto de Doñana para demócratas. Al que le veo yo peor cara es al ministro, o ex, señor Ordóñez. Anoche cené en casa de Luis Berlanga para celebrar la terminación de Patrimonio nacional, su película sobre la aristocracia española, película que seguramente va a ir a Venecia: María Jesús, Carmela García Moreno, Harguindey y más personal. Carmela también lo siente por Paco Ordóñez:
-Ay, Carmela -le digo, con permiso del marido-, a quien tenían que haber investido es a ti. A ti sí que te queda el tul ilusión.
Gutiérrez-Solana ha pasado a la pintura eápañola como «el gran estafado». Ordóñez puede pasar también a la historia de España y de la democracia como el gran estafado. Le han vuelto del revés su ley fiscal para que mate jubilados, pensionistas y muchachas en flor de la tercera edad. Wojtyla se ha ido a Filipinas para darle desde allí la réplica a su ley de divorcio. Si España catolizó aquel archipiélago, no vamos a darles ahora el mal ejemplo. O sea, que a Paco le meten los muertos por debajo de la puerta: un jubilado, un parado, una divorciada, un etarra. Aquí, o te mandan el motorista o te mandan el muerto. El clima de Madrid está intransitable de ángeles de monóxido y bocina que se cruzan mensajes autócratas contre el ¿ministro? demócrata. Y Paco los oye, claro. No le voy a repetir una vez más lo que le dije cuando La España necesaria:
-Mucho tu libro, Paco, pero esto. es la balasera.
Desde que Meliá le escribió a Suárez, con prosa chueta, la esquela de dimisión, para que la leyese por el invento, los mentideros se han hecho bocas sobre si a Pacordóñez le mandarían o no el motorista. Le mandaron un muerto, ya digo. A lo mejor, Calvo Sotelo salva esta democracia como su tío no salvó aquella República, pero, caiga quien caiga, siempre sabremos que de todo el cirio transicional creció y cuajó un demócrata. En España, de los trienios liberales suele quedar un liberal, para enseñar; de los trienios democráticos suele quedar un demócrata y de los despotismos ilustrados suele quedar Giménez-Caballero.
Precisamente porque no es un rojo ni un paleocapitalista, la transición le ha decantado como un demócrata puro. Precisamente por su imprecisión entre el socialismo y la democracia, uno le ha visto siempre luchar, con decisión corregida por la educación, contra el belicoso Patrimonio ideológico nacional. Bienaventurado, Paco, porque, aunque hicieran astillas tus leyes, has legislado para ti mismo y tu conciencia. Como cuando haces un soneto.
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