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La turbina en la cloaca

(...) Se piden garantías contra la tortura, garantías que, al parecer, no pueden consistir únicamente en la seguridad de que todo presunto culpable sea cesado en sus funciones y sometido a procedimiento, como se ha hecho con los presuntos responsables de la muerte de Arregui, sino que debe llegar más alto y no contentarse con menos que con la supresión de la ley Antiterrorista, y nosotros nos preguntamos qué garantías tendrán entonces los españoles contra cuanto esa ley pretende combatir. Y recordamos qué voluntad real de atajar el terrorismo han demostrado esos que ahora se erigen en acusadores y hasta en jueces, y cuántos han sido sus recelos, sus desconfianzas, sus reservas; de cuántas víctimas no han sido por ello responsables e incluso si esa actitud no está en el fondo de los excesos que ahora deploramos, y que, por supuesto, no justificamos, pero que seguramente no se habrían producido si la Policía se hubiera visto mejor asistida técnica, legal y, sobre todo, moralmente.¿Puede sorprender que se estén produciendo dimisiones en cadena entre los mandos de la Policía, con entrega de armas y de placas, en un gesto sobradamente expresivo? (...)

El resultado podría llegar a ser el desmantelamiento del Estado, a la mayor gloria de los derechos humanos y del terrorismo. Como, inmediatamente, el resultado del debate entablado puede ser la imposibilidad o el grave debilitamiento inicial del Gobierno que debe surgir del Congreso para resolver los grandes problemas del país. Se va a jugar la suerte de ese Gobierno, e indirectamente de la nación, a la explotación de la posible conducta criminal de unos funcionarios de Policía (...).

18 de febrero

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