Juan Pablo II inicia en Manila su visita a Extremo Oriente
Juan Pablo II llegó a primera hora de la madrugada de hoy, hora de Madrid, a Manila, capital de Filipinas, donde inicia su viaje a Extremo Oriente, y que incluye seis días de estancia en el archipiélago filipino, una visita a la isla de Guam y a las ciudades niponas de Nagasaki, Hiroshima y Tokio. Antes de llegar a Manila, el Papa se detuvo en Karachi, una de las más importantes ciudades de Pakistán, donde veinte minutos antes de celebrar una misa en un estadio de la ciudad hizo explosión una bomba que causó la muerte de su portador y graves heridas a dos personas, en una tribuna distante cuarenta metros del altar papal.
Juan Pablo II había llegado por la tarde a Karachi, en Pakistán, primera etapa de su largo viaje a Extremo Oriente. Llegó a la puesta de sol, hora de la tradicional oración de los musulmanes, la religión mayoritaria de este país. Del frío de Roma al calor tórrido de esta tierra, que le ha recibido en el aeropuerto con respetuoso aparato militar y en el estadio para la misa, con un entusiasmo y gentío que nadie esperaba.Estuvieron presentes más de 50.000 personas, era una fiesta de pueblo con miles de bombillas de colores, toques de tambores y muchos carteles: «Donde crece el cristianismo allí estás tú», «Los no cristianos te saludan, Santidad».
El Papa no sabía aún que veinte minutos antes de su llegada a Karachi una bomba había producido un muerto y cuarenta heridos. Las autoridades negaron primero el hecho y después que la bomba tuviera que ver con la llegada del Papa. Dos personas, sin embargo, han sido detenidas poco después por los servicios de policía.
En el aeropuerto, por primera vez, el Papa no consiguió a su llegada encontrar el espacio para su gesto tradicional de besar la tierra. Le habían puesto un precioso tapiz oriental. Por fin, después de algunos minutos y de haber saludado al presidente, general Mohamed Zia-ul-Haq, se echó materialmente a tierra y la besó. Le rodeaba una nube de mosquitos y en el cielo limpio millares de pájaros. Mientras tanto, un soldado desenrollaba una bandera del Vaticano que, curiosamente, estaba al revés.
Sonó el himno nacional y las veintiuna salvas de cañón. El Papa tuvo que saludar a las, autoridades diplomáticas y religiosas.
En un ángulo de la pista del aeropuerto, dos paquistaníes, no se sabe si por protesta o por solidaridad religiosa, se postraron públicamente a hacer la tradicional oración musulmana, mirando hacia La Meca mientras caía el sol.
Esta vez, en el vuelo papal, una novedad absoluta: en el séquito de Juan Pablo II, una mujer. Se trata de la joven inglesa anglicana Margaret Wayne, que viene como jefa de Prensa, acompañando al portavoz oficial del Papa, Romeo Panciroli. Este gesto ha sido en seguida comentado como una apertura al feminismo y al ecumenismo del austero ceremonial vaticano. Juan Pablo II no habló al llegar al aeropuerto, pero entregó un mensaje personal al presidente en el que se elogia la gran estima que los seguidores de Cristo tienen hacia el pueblo musulmán.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.