Presentación de "Alma Nok", obra del pintor Luis Gordillo
Muestra paralela de pinturas y dibujos recientes
La galería vallisoletana Carmen Durango acaba de editar el quinto título de su colección Marzales, Alma Nok, realizado con textos y serigrafías de Luis Gordillo. Esta edición de bibliofilia, que consta de 75 ejemplares, numerados y firmados por el autor, se presenta en estuche encuadernado en tela. A la par de dicha carpeta, la mencionada galería exhibe una importante muestra de pinturas y dibujos del mismo artista.
A estas alturas, todo el mundo admite que la pintura de Luis Gordillo (Sevilla, 1934) supuso dentro de España la eclosión cimental de los años setenta. Pero esa admisión justa nunca se ha hallado exenta de titubeos críticos, hijos muy naturales de la perplejidad. Perplejidad tal, lejos de ser un eco sin fundamento, habita en el umbral, en el aposento y en la salida (imposible esta última, salvo a través de falsas puertas, que esbozan con gran ruido los epígonos más cleptómanos) de una pintura mayor, ni persuasiva ni indiferente, nítidamente ensimismada en su propia y contradictoria intensidad.El caso es que Gordillo sigue dejándose desposeer de sus cortinas de humo -epicentro de muchas obras y palabras ajenas-, afirmándose en solitario como un pintor tan fértil como inimitable. Y en esa soledad, cada vez más diversa, ha creado asombrosas pinturas. Un fragmento de ellas figura en la exposición de Valladolid, preludio de las que en fecha próxima presentará en las galerías madrileñas Theo y Celini.
Mas lo curioso de esta muestra, siquiera desde un punto de vista periodístico, reside en la carpeta, titulada Alma Nok, que alberga serigrafías y escritos del pintor: «Como yo no conozco en profundidad el campo literario, me resultaba difícil dar con unos textos que conectasen de modo natural con mis imágenes. Tras algunas consultas, me encontré frente a obras de mayor o menor interés, acaso válidas en sí, pero completamente ajenas a mi mundo pictórico».
El artista, al término, ve como solución posible que la mancha y el nombre procedan de la misma fuente: «Lo que no me interesaba era realizar la clásica carpeta en la que cada uno canta su canción, despliega su propio rollo... En general, eso no engendra más que un elegante diálogo de sordos».
Los textos de Luis Gordillo tienen este origen: « En gran parte proceden de la poética que se iniciaba en el momento de bautizar mis cuadros. Porque hay ocasiones en que las pinturas aparecen con el título dado, pero otras veces se resisten a ser nombradas. Entonces yo me tengo que plantar, coger una hoja de papel y en sayar nombres. Un día me di cuenta de que esas listas de nombres se aproximaban a lo poemático. Junto a tales poemas fueron naciendo otros textos, obtenidos por métodos más ortodoxos. Estos son los que he introducido en la carpeta».
El extremo caliente del péndulo
La escritura de Luis Gordillo es corrosiva y rítmica, pero su autor no se detiene blandamente en la evidencia: «Lo que habría que hacer es analizar si los textos creados por un pintor coinciden con la estética de su pintura. Sospecho que en mi caso sí, aunque no creo que ello tenga que ocurrir siempre así, por narices. Una vez leídos mis textos, tal vez quepa una relectura de mi pintura».Los textos, serigrafías, pinturas y dibujos expuestos en la galería Carmen Durango pertenecen a lo que Gordillo denomina el elemento caliente del péndulo: «Ultimamente he estado haciendo cuadros muy fríos, trabajados a partir de maquetas. Eso me privaba de una expresión más gratificante. Necesitaba, pues, entregarme con libertad absoluta a trabajos paralelos que me otorgasen esa gratificación, que fuesen como vacaciones de lo otro. Es un método que uno puede emplear activamente. Incluso cabría llegar a la saturación consciente de un trabajo frío para activar al máximo otras zonas cálidas. El proceso contrario reviste un interés similar».
Luis Gordillo ha abordado paralelamente esas dos formas de trabajo: «Hay una idea puritana de que el estilo tiene que ser lineal, poseer sólo una cara. En los últimos tiempos he pensado que, si aparecen las dos caras, ¿por qué no voy a aceptarlas? Si yo tengo un estilo, ¿por qué no verlo, a fin de cuentas, en lo pendular? Mi estilo comprendería los dos extremos de un mismo péndulo».
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