Querría
dar las gracias públicamente a los obispos por su documento sobre el divorcio.Gracias por creer que el hombre no es siempre inmaduro, sino que es capaz de contraer compromisos estables.
Gracias por su valentía de «quedar mal» ante muchos, exponiéndose a la calumnia, la murmuración, etcétera, por decir la verdad y defender a los que no se nos oye.
Gracias por su claridad: ¡qué bien se entienden sus palabras!
Gracias por saber ejercer su derecho de ciudadanos y su misión de pastores al publicar este documento.
Gracias por defender el interés de tantos matrimonios.
Gracias por creer y reconocer que el hombre no es una bestia, sino que tiene un corazón capaz de amar fielmente toda la vida, a pesar de los pesares./
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