Creemos
llegado el momento de llamar a un rearme moral de nuestras conciencias de ciudadanos libres para oponernos a los chantajes de quienes han hecho de la hipocresía su bandera. Y cuando hablamos de hipocresía no lo hacemos gratuitamente: quienes se oponen al divorcio por mutuo consenso otorgan anulaciones sumamente fáciles cuando de por medio hay cuantiosas sumas de dinero, lo que supone una doble moral absolutamente vergonzosa.Ya que los obispos se sienten tan preocupados por el futuro de la familia, deberían reflexionar sobre qué clase de familia es aquella que se apoya en las desavenencias o en la rotura irreparable de la convivencia conyugal; pero ocurre que de antemano están descalificados para esta reflexión, porque les falta un elemento esencial: la experiencia matrimonial.
Deberían comprender también los obispos que el pueblo no les ha elegido a ellos para que hagan las leyes y que, por tanto, no tienen ningún derecho a inmiscuirse en dicha elaboración, presionando a los legisladores que, antes que a ninguna otra cosa, se deben a la voluntad libre y soberana de quienes les eligieron.
Por último, y ya que en su documento hablan del bien común, quisiéramos decirles que harían mucho más por dicho bien común renunciando a todo deseo de riquezas y de poder sobre la sociedad civil, para dedicarse a la labor que por su propia elección les corresponde: «La salvación de las almas». En definitiva, y recurriendo al sabio refranero popular, queremos que los jerarcas de la Iglesia mediten sobre aquello de «zapatero a tus zapatos»./ y 51 firmas más.
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