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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La hora de UCD

LA DIMISION como presidente del Gobierno de Adolfo Suárez, aclamado casi hasta el delirio en el I Congreso de UCD, ha modificado casi todas las estrategias ideadas para la segunda convención del partido. A lo largo de las sesiones del congreso ucedista de Palma habrá ocasión, en cualquier caso, de comprobar dónde acaba la voluntad de democratización interna de los críticos y dónde comienzan los apetitos de poder y los propósitos de modificar sustancialmente la línea política centrista en un sentido cada vez mas reaccionario e involucionista.Tendremos también oportunidad de calibrar la solidez y coherencia de las diferentes corrientes, sedicentemente agrupadas en torno a principios, a la hora de pactar carteras con Leopoldo Calvo Sotelo -carteras que éste ofrece aún a título gratuito, pues no ha sido encargado todavía de formar Gobierno- y de distribuirse el cuantioso botín de cargos y sueldos que encierran los Presupuestos Generales del Estado. Un dicho de la clase política mexicana es que «vivir fuera del presupuesto estatal es vivir en el error». Confiemos en que el Congreso de Palma de Mallorca no sirva para demostrar el carácter similar de nuestros políticos en el Gobierno.

Seguramente serán muchos los ciudadanos a quienes resulta indiferente el tejer y destejer de alianzas, los cambios de chaqueta en torno a los estatutos y el sistema de elección de los órganos ejecutivos de UCD, e incluso las personas que ocupen los futuros cargos; pero se preocupan, en cambio, por saber cuáles van a ser, en lo inmediato, la estrategia política del partido, tema de una de las ponencias, y el programa de gobierno que el candidato centrista presente al Congreso de los Diputados en la eventual sesión parlamentaria para lograr su investidura. Los nombres de los profesionales del poder que lleven a cabo esa línea política constituyen un dato complementario de cierta significación en función de las presunciones de honestidad, capacidad y eficacia que puedan formularse sobre ellos. Las etiquetas ideológicas autoadheridas tienen menos relevancia, ya que estos años de transición nos han enseñado bastante sobre la escasa repercusión práctica de algunos rótulos. Pero lo decisivo -insistimos- no son las reputaciones personales ni las proclamaciones ideológicas, sino los programas de gobierno y la voluntad fiable de llevarlos a cabo.

UCD no podrá superar su crisis de identidad mediante el reparto de puestos, los cabildeos en tomo a las listas o los palmoteos reconciliatorios en espaldas a las que se desearía apuñalar, sino a través de una respuesta seria -que todavía no ha sabido dar- a los problemas nacionales. La coincidencia de [a convención de Palma con la formación de un nuevo Gobierno es una oportunidad que rara vez se le da a un partido político para llevar hasta sus últimas consecuencias ese ejercicio de clarificación ante la opinión pública y ante sus propios electores. Sería lamentable por eso que el congreso ucedista terminara sin una explicación política por parte de Suárez de su gesto dimisionario y sin una clarificación explícita en tomo a los temas, de fondo que preocupan a la opinión pública. Un vistazo a la situación de algunos proyectos de ley significativos será quizá suficiente para puntualizar aún más esto que decimos.

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Dictaminadas por las correspondientes comisiones de la Cámara baja, esperan su turno de discusión y aprobación en el Pleno del Congreso dos leyes tan polémicas e importantes como la ley de Divorcio y la ley de Autonomía Universitaria. La ley de Financiación de la Enseñanza Obligatoria, que podría moderar los excesos clericalistas del Estatuto de Centros Docentes, figura también en la lista de espera. Cercenado de la ley de Presupuestos Generales el régimen de incompatibilidades de políticos y funcionarios, el Gobierno ahora cesante anunció que enviaba a las Cortes un texto para reglamentar las escandalosas multiplicaciones de los panes y de los peces a que se dedican numerosos padres de la patria a costa del dinero de los contribuyentes. No es un secreto para nadie que el pluriempleo de este género, tan bien representado por el portavoz centrista en el Congreso, es cáncer de la burocracia política que nuclea UCD. A finales del pasado diciembre se hizo público también el Propósito del Ejecutivo de someter a las dos Cámaras un conjunto de normas para sentar -decían que de una y para siempre- los cimientos de ese Estado de las autonomías, edificado hasta ahora sobre arenas movedizas. Cuestiones cruciales para nuestra política exterior, como la renovación de los pactos bilaterales con EE UU, el ingreso o no en la OTAN, las negociaciones con la Comunidad Europea o nuestras opciones en el norte de Africa, duermen en los arcones de las palabras imprecisas y de las declaraciones ambiguas de políticos y gobernantes más cuidadosos hasta hoy de cuidar su silla que de definir un programa y cumplirlo. La política económica del Gobierno sigue en un estado de vagarosidad preocupante en temas tan centrales como las medidas contra el desempleo, el saneamiento de la empresa pública, el recorte de los gastos corrientes y el incremento de las inversiones presupuestarias productivas. La reforma de la Administración pública, de la sanidad y de la Seguridad Social tampoco abandona nunca el limbo de las promesas. No vamos a alargar la lista...

En el caso de que el II Congreso de UCD se pronunciara claramente sobre estos temas, o sobre una parte sustanciald e ellos, y deja en un segundo término la colada de los conflictos personales y de camarillas empezaríamos a sospechar que la derecha española en el Gobierno puede de veras tener una oferta democrática y efectiva para gobernar este país.

De otro modo, todos los calvosotelos del mundo juntos no bastarán Para resolver la debilidad estructurál de un partido que nació, sin ideología, al calor de vergonzantes alianzas y de la mano de inquietudes perentorias. UCD se encuentra hoy con su verdadero reto: el de poder garantizar la base de un Gobierno medianamente estable o el de anunciar que todo lo que ofrece es un candidato para la transición cortísima hacia unas elecciones anticipadas.

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