Washington reducirá drásticamente su ayuda exterior y Tokio la duplicará
La ayuda exterior, como arma de influencia en el mundo, es contemplada desde muy diferentes prismas por la nueva Administración norteamericana y por Japón, país que está a punto de convertirse en el segundo donante internacional.David Stockman, director de la Oficina de Gestión y Presupuesto de la Administración Reagan, ha propuesto una drástica reducción de la ayuda norteamericana al exterior, que afectaría, ante todo, a las organizaciones y países que «no responden a las preocupaciones de la política exterior de Estados Unidos». La ayuda militar primaría absolutamente.
La recomendación de Stockman, no obstante, ha sido comentada con cautela en el Departamento del Tesoro, cuyo titular, Donald Regan, advirtió que se trataba tan sólo de un estudio previo. El informe recomienda la reducción a poco más de la mitad del presupuesto de ayuda exterior propuesto por el anterior presidente. Jimmy Carter había sometido al Congreso un proyecto por valor de 8.000 millones de dólares (640.000 millones de pesetas). Stockman pretende que quede reducido a 5.476 millones de dólares (438.080 millones de pesetas).
En cambio, el primer ministro japonés, Zenko Suzuki, ha propuesto que su país duplique su ayuda exterior durante el período comprendido entre 1981 y 1985, de forma que totalice 21.400 millones de dólares (1,7 billones de pesetas). El presupuesto correspondiente a 1981 incluye en su apartado de ayuda exterior la cantidad de 4.300 millones de dólares (344.000 millones de pesetas).
Promover la paz
Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Tokio dio a entender que la mejor fórmula para promover la paz es la ayuda exterior, más que el rearme japonés o la participación en la carrera armamentista internacional.«La cooperación económica es un área en el que podemos contribuir de forma muy positiva», añadió el portavoz japonés, «entendiendo que es, a través de la ayuda exterior, como Japón puede apoyar la paz y la estabilidad a nivel internacional, ya que este país se ha transformado en una potencia económica».
Para los asesores presupuestarios de Reagan, la ayuda bilateral ha de ser prioritaria respecto a la multilateral, y la ayuda militar, primar sobre la asistencia al desarrollo.
Las tajantes reducciones propuestas, que no afectarían a la ayuda militar, se centran en las partidas destinadas al Tercer Mundo, las contribuciones a los bancos de desarrollo y organismos internacionales, tales como las agencias dependientes de las Naciones Unidas.
Una propuesta concreta consiste en suspender, sin más, la contribución anual al incremento general del capital del Banco Mundial, acordada en 1979, de 40.000 a 80.000 millones de dólares (6,4 billones de pesetas). Asimismo, se prevé que Washington deje de cooperar con el Banco de Desarrollo Africano y reduzca sus contribuciones a los bancos Interamericano y de Desarrollo Asiático.
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