El llamamiento a la "guerra santa" no impresiona en Israel
La virulencia de las mociones anti-israelies adoptadas en la cumbre islámica no ha impresionado demasiado a los medios políticos de Jerusalén. Incluso la Prensa de este país concede escaso espacio a las conclusiones de la reunión. Parece más interesada por la apertura de la Feria Internacional del Libro de El Cairo, en la que están presentes treinta editoriales israelíes, y está más preocupada por los incidentes en la frontera libanesa.«Sin subestimar el potencial explosivo contenido en los llamamientos a la "guerra santa", para liberar Jerusalén, la rotunda decisión islámica no tiene más que un alcance limitado y es, sobre todo, declaratorio», escribió ayer el periódico de gran tirada Maariv (nacionalista independiente).
Por su parte, el primer ministro, Menájem Beguin, declaró: «Odiamos la guerra, pero no tenemos miedo a la fihad (guerra santa). Si es necesario, defenderemos nuestra libertad y nuestra capital eterna, Jerusalén».
El único resultado tangible de la conferencia de Taif es, quizá, la confirmación del liderazgo de Arabia Saudí en el mundo islámico, según consideración de los expertos israelíes.
No obstante, hasta esta consagración del liderazgo es relativa. No sólo por la ausencia del Irán de Jomeini y la Libia de Gadafi, otros dos aspirantes al título, y que han boicoteado la cumbre, sino además porque de los otros 37 participantes en la cumbre veinte eran presidentes de Estados africanos que acudieron a La Meca con la esperanza de obtener una ayuda financiera de los países hermanos, ricos en petrodólares. Esto interesa a las naciones africanas más que los planes de «guerra santa» contra Israel y la simpatía manifestada hacia los rebeldes afganos musulmanes. En resumen, para Israel la conferencia islámica ha sido mucho ruido, pero nada.
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