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Diplomada en magisterio, rechazada como limpiadora del Ayuntamiento de Madrid

Faustina Martín Noguerales, madrileña de veintiún años, terminó la carrera de Magisterio hace dos años y desde entonces ha tenido que ir aplazando sus deseos de empezar a trabajar en el campo de la enseñanza ante las reiteradas negativas con que se ha encontrado en todos los centros.Mientras tanto -ella dice que no pierde la esperanza-, sobrevive como cuidadora de niños por horas y con alguna clase particular. Uno de sus últimos intentos de encontrar trabajo fijo ha sido en el Ayuntamiento de Madrid, como limpiadora. Pero tampoco hubo suerte, porque para una convocatoria de quince plazas se presentaron 1.500 mujeres -entre ellas, varias licenciadas, que no fueron seleccionadas-. El tener un historial con Magisterio y hablar francés e italiano sirve bien poco para barrer el suelo o limpiar una mancha de tinta en las moquetas municipales.

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«Cuando terminé la carrera creía que me costaría encontrar trabajo, pero pasa el tiempo y no consigo nada», explica Faustina. Al principio, intenté trabajar en lo mío. Escribí cartas a innumerables colegios, hablé con gente relacionada con la enseñanza, recorrí cantidad de centros. Todo inútil. Luego ya empecé a buscar en los anuncios de los periódicos cualquier cosa. En general, a los único que me podía presentar era para vender libros, cosa que, como todo el mundo sabe, supone que si no vendes no cobras».

Cuidar niños

Entre tantas idas y venidas, lo único que ha conseguido ha sido encargarse de niños por horas. «Vivo en la colonia de los Angeles, una zona próxima a Somosaguas, donde hay bastante gente que llama a chicas para cuidar niños y, por el momento, me viene bien. Trabajando una media de cuatro horas consigo unas 10.000 pesetas al mes, y cuando tengo suerte y consigo alguna clase particular, pues algo más, pero siempre poco».

«A mí esta situación me parece una enorme tomadura de pelo para todos los licenciados, porque en el caso del Magisterio habría unas soluciones muy claras: adelantar jubilaciones, crear más colegios porque hay zonas donde no existen centros de enseñanzay terminar con la masificación».

«Personalmente, el no encontrar mi trabajo me supone el tener que seguir viviendo en casa de mi familia, cosa que probablemente no ocurriría si yo tuviera otra situación y, en suma, depender de mí misma tanto para vivir como para hacer cantidad de cosas que me apetecen. Profesionalmente, cada vez tengo que ir haciendo más concesiones y renunciar a más cosas, porque yo estudié Magisterio para dedicarme a la enseñanza y no a emplearme en cualquier cosa para sobrevivir. En plan optimista, la única ventaja de mi situación actual está en ir conociendo otros campos que de otra forma no hubiera apreciado, te vuelves más luchadora, pero también te hartas más».

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