Reducción del gasto público y de los impuestos, elementos claves de la nueva política económica del Gobierno de Estados Unidos
La nueva Administración norteamericana, presidida por el republicano Ronald Reagan, dará prioridad a la resolución de la crisis económica. Así lo confirmó el propio presidente Reagan en el curso de la primera sesión del Gabinete, celebrada en la Casa Blanca, y en entrevistas posteriores con los líderes del Congreso.Reducir el gasto público y estimular la economía -con la aplicación de un plan de reducción de impuestos del orden del 30 %, en un plazo de tres años- son los elementos claves de proyecto del equipo económico del presidente Reagan.
Comparado a los «cien primeros días» del New Deal del presidente Franklin Roosevelt, que en 1933 logró propagar una ola contagiosa de optimismo para superar la gran crisis económica de 1929, la estrategia Reagan es analizada bajo distintos ángulos en EE UU. Pero todo el mundo, republicanos, en el poder, o demócratas, en la oposición, esperan que «algo cambie». Así lo interpretó también el público, que aplaudió cuando en el acto de toma de posesión del presidente Reagan, el pasado martes día 20, dijo que «en la actual crisis el Gobierno no es la solución, sino el problema».
Las medidas exactas del programa económico de Reagan no figurarán sobre el papel hasta que dentro de dos semanas, presente ante el Congreso una revisión del presupuesto público de 1981 para disminuir ligeramente el gasto federal. Sin embargo, el verdadero plan destinado a dar un giro a la crisis económica será desvelado con todos sus detalles el 15 de marzo próximo ante el Congreso, con el presupuesto para 1982, que debe entrar en vigor el 1 de octubre de 1981.
David Stockman, director para la gestión del presupuesto en la Administración Reagan, confirmó las principales orientaciones que deben sacar a Norteamerica de la actual depresión económica. «Si no reducimos los impuestos, no veo cómo podremos atacar el centro de la crisis económica», dijo Stockman, apoyando el plan Kemp-Roth, nombres respectivos del congresista y senador republicano, que proponen una reducción anual del 10% en los impuestos, durante tres años.
La mecánica de reduccción de impuestos, destinada a reactivar la inversión y el consumo, tiene sus adversarios, incluso entre los republicanos, que temen un descontrol de la inflación, que superó al 11 % en 1980. El influyente Arthur Burns, ex presidente del Banco Federal de Reserva y consejero oficioso de Reagan en temas económicos, considera que el recorte impositivo debe ser claramente inferior al 10% y, en todo caso, no aplicable hasta 1982. De lo contrario generará todavía más inflación.
La reducción del gasto público, obligatoria para unas tesis que supondrán reducción de los ingresos en los erarios federales, deberá conseguirse, según Stockman, con recortes en los beneficios de la Seguridad Social (que en EE UU sólo juega en materia de retiro, ante la ausencia de seguridad social médica), en las ayudas para la welfare (bonos para comida para las personas con ingresos mínimos), ayudas para becas y créditos a estudiantes, subvenciones para el desempleo, disminución del número de trabajadores en el sector público, programa para la investigación de gasolina sintética e inversiones federales, en los capítulos de autopistas y planes de irrigación.
Los precios de la gasolina podrían ser también liberados, para favorecer la inversión en la explotación de nuevas fuentes, lo que originaría automáticamente un aumento de doce céntimos (unas diez pesetas) por galón (3,78 litros), en un precio medio actual de 1,30 dólares galón (unas 115 pesetas).
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