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El Teatro Estable del País Valenciano estrena una comedia musical con textos del siglo XVI

El Teatro Estable del País Valenciano ha estrenado El cortesà, basado en textos de escritores del siglo XVI que vivieron la corte de la virreina Germana de Foix. Esta adaptación, en clave de comedia musical, es la tercera producción del Estable, que en los anteriores montajes ha trabajado en una doble dirección: recuperar el teatro clásico y contemporáneo valencianos. De ahí la elección de Guillem de Castro y Max Aub, al tiempo que renovar el lenguaje estético, favoreciendo la profesionalización y estabilidad de la actividad teatral no dependiente de organismos oficiales.

Con la obra que se representa estos días en el escenario del teatro Valencia, el Teatro Estable vuelve a su proyecto inicial de ofrecer una mirada retrospectiva sobre la castellanización de la cultura desde la derrota del pueblo valenciano frente a las tropas de la monarquía borbónica. Los malcasados de Valencia, de Guillem de Castro, representaba el final de este proceso, mientras El cortesà se refiere al comienzo de la castellanización.«A los personajes los he situado dos o tres años después de la guerra de las germanías», declaró Casimiro Gandía, director del Estable y adaptador de los textos clásicos que dieron lugar a esta comedia, y le ha interesado ofrecer imágenes elocuentes sobre las normas cortesanas importadas por la realeza castellana y la claudicación cultural de la nobleza agraria, que perseguía integrarse en la corte tras el revés en el campo de batalla.

«La nobleza agraria pasa a ser cortesana en esta época. Para ello reciben este manual de comportamiento sobre las maneras de la corte que recogieron en sus obras Lluis Mila y Fernández de Castro. Ambos, en este montaje, son los personajes, junto a sus mujeres y amigos. A lo largo de la obra juegan a estar en la corte, pero ni siquiera llegan a estarlo, porque, aunque el juego es lúdico, de hecho son actores obligados y están condenados a jugar».

«La dramaturgia valenciana del Barroco tiene su origen en este teatro cortesano», afirma Casimiro. «El teatro castellano, por el contrario, procede del teatro de corral. El trabajo práctico del Estable ha coincidido con un estudio universitario del teatro valenciano del seiscientos, que se está haciendo en el departamento de literatura. De El cortesano estamos preparando una edición crítica, con un prólogo de Joan Oleza y el texto que yo he adaptado. También preparamos la versión castellana para llevarla a Andalucía».

El estreno en Valencia se ha programado después de una gira por veinticinco pueblos de la provincia respaldada por la caja de ahorros. El espectáculo cuenta con las subvenciones de la Dirección General de Música y Teatro, Ayuntamiento y Diputación de Valencia. Pues bien, el pulso con los espectadores antes de someterse al veredicto de la crítica fue positivo . «Hemos buscado», comenta Casimiro, «construir un montaje fundamentalmente humorístico. Lluis Mila es una de las figuras más conocidas de la música renacentista, aunque su lirismo no tenía en todo momento una coherencia con la finalidad lúdica que buscamos. Decidimos recrear nosotros mismos la música y hacer que los actores se expresaran con canciones».

El cortesano constituye una sucesión de situaciones divertidas y de intrigas amorosas, típicas de una corte mediterránea donde lo sublime se entrelaza con lo cotidiano. «El juego de los cortesanos responde a un olvido, interesado por aniquilar una cultura autóctona y, sobre todo, las secuelas de una guerra represiva. Los signos de esta guerra están presentes en las mutilaciones de los guerreros-poetas, que las exhiben con orgullo social. El resultado es grotesco, porque en ningún momento hemos querido salir del código característico de la comedia».

Se trata de una comedia realista, con una clara intención de presentar el conflicto lingüístico entre el castellano y el valenciano como consecuencia del conflicto social. «Parte de una crítica de la castellanización de la cultura valenciana», señala el director. «Joan Fernández escribe en un momento de bilingüismo. Antes de Germana de Foix no había esta dualidad cultural. Después, con Guillem de Castro, por ejemplo, los autores teatrales ya escriben totalmente en castellano. Ante esta pérdida de identidad, a la nobleza local no le queda otra opción que jugar a ser nobles cortesanos. En la pareja este conflicto se reproduce entre el marido que quiere ascender y para ello habla castellano y pone a sus mujer dos criadas de Castilla, y ella, que mantiene el valenciano».

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