La liberación de D'Urso

( ... ) Los resultados de esta operación del terrorismo internacional son apreciables. Por primera vez en la historia de las democracias modernas, los propios terroristas, confesos y convictos de sus delitos -generalmente de sangre-, han sido los intermediarios en las negociaciones y han mostrado su «generosidad» pidiendo la conmutación de la «pena» impuesta por un «tribunal» revolucionario a un representante de la justicia. La situación, pues, ha llegado a límites insoportables, a una inversión de valores. Entendemos perfectamente el valor de una vida humana, apreciamos los sentimientos de familiares y simples ciudadanos empeñados en salvarla. Nos parece, en cambio, insostenible el sacrificio de toda una sociedad que se pliega ante el chantaje.Nos alegramos, claro está, de la liberación del juez D'Urso, pero no podemos ser insensibles al deterioro que ha sufrido toda una sociedad en sus convicciones fundamentales. Creemos que un terrorismo de tal calibre está pidiendo una réplica adecuada. A nuevas fórmulas terroristas, nuevas y más poderosas razones -y reacciones- de la sociedad que se ve sometida al chantaje del terror. El caso italiano tiene que servirnos de contraejemplo.