"El Pensamiento Navarro" se despidió ayer con una cita de Carlos VII
Coincidiendo con un 13 y martes, El Pensamiento Navarro, periódico ultraconservador que comenzó a editarse en 1887, se despidió ayer de sus lectores con un número -el 27.276- cuya primera y última página están dedicadas a analizar la situación política espáñola, que, en palabras de este diario, se caracteriza por un ensayo «demoliberal, con consenso marxistoide y separatista». El Pensamiento Navarro, cuya empresa editora perdió en los primeros ocho meses del pasado año 36 millones de pesetas, deja sin trabajo a 72 empleados.«Denunciar y combatir el error y señalar la verdad es misión nobilísima, clarividente, salvadora, propia de espíritus dignos e íntegros. Tal fue la visión de El Pensamiento Navarro, que llega a esta hora con el orgullo, la satisfacción y la alegría del deber cumplido », se señala en un artículo firmado por J. E. Casariego, que arranca a cinco columnas en primera, bajo el título «Volveré.... con mis principios, si España es salvable (Carlos VII)». En este largo y apologético artículo, Casariego reconoce que El Pensamiento Navarro ha sido un periódico perdedor, cuando señala que «desde hace un siglo y medio ha prevalecido y dominado lo que El Pensamiento Navarro combatió. El carlismo fue derrotado en tres guerras (siempre con ese «apoyo» europeo contra nuestra causa popular española). El demoliberalismo impuso en todo sus leyes, sus instituciones, su doctrina política, social y económica. Es un hecho cierto, irrefutable. Y ese triunfo suyo, ¿a dónde nos ha llevado? Pues a esta situación de 1981; a esta situación a la que nadie, ni aun sus patrocinadores, se atreven a calificar de buena, porque a la vista está lo mala, lo malísima, lo pésima que es».
El Consejo de Administración de Editorial Navarra, SA, propietaria del periódico, se despidió de sus lectores a través de un artículo titulado «La tradición, alma de la vida nacional», en el que precisa: «No nos duelen prendas. Repetimos aquí que gracias al carlismo tradicionalista (antes era imposible separar tales conceptos), ironizado por muchos, gracias a él fue posible por algunos, odiado por muchos, gracias a él, fue posible que españoles y navarros no cayeran en el marxisno antirreligioso, antipatriótico y antiforal, antimonárquico. Si hoy otros "gárrulos sofistas" -demócratas totalitarios, neoliberales y marxistas, reunidos- han empobrecido, mermado y desolado a un pueblo al que encaminan a un rápido suicidio, nosotros, los tradicionalistas, no tenemos la culpa».
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