27.000 niños asturianos felicitan las Navidades al príncipe Felipe
Cerca de 27.000 niños asturianos, de edades comprendidas entre los seis y doce años, felicitaron, durante los últimos quince días, al Príncipe de Asturias, quien responderá, uno por uno, a todos ellos, deseándoles un feliz año nuevo. Esta iniciativa ha sido impulsada por la Fundación del Principado de Asturias, entre cuyos fines se encuentran la promoción científica y cultural de Asturias, así como estrechar los vínculos existentes entre el príncipe y el Principado, como respuesta a un paquete de cartas recibidas, en vísperas de las Navidades, con el ruego de su envío al príncipe Felipe.
Los textos y dibujos libremente elegidos por los niños hacen referencia a las más variadas inquietudes infantiles, a los problemas de sus barrios y pueblos, al mal estado de las escuelas o la grave situación sociolaboral de la región, en la que inciden muchos de ellos.El papel del príncipe despierta una especial curiosidad entre los niños. Javier González -nueve años-, de Avilés, le expone en su carta la siguiente reflexión: «¿Es divertido ser Príncipe de Asturias? A mí me gustaría serlo. En Navidad, ¿hay mucha gente en tu casa? En la mía, sí, porque viene toda mi familia. Si tu padre muere, espero que no, te gustará ser Rey de España. Espero que cuando seas Rey nos arreglarás un poco Avilés, porque estropean las papeleras y lo tiran todo al suelo». En cambio, Pablo Gallo García -diez años-, de Gijón, estima que «debe ser una vida muy ajetreada la de príncipe, siempre yendo de ceremonias y cosas así». Eva María Andrés Fernández, diez años, de Gijón, también considera que «no es muy divertido ser príncipe», y le desea que no se aburra en los discursos; y Violeta Domínguez Pérez, nueve años, de Langreo, cree «que ser príncipe es muy cansado».
María del Pilar Bayón de García, siete años, participa en la polémica abierta sobre la contaminación de Avilés. «Yo te pido», escribe, «que no haya tanta contaminación, que así no se morirían las plantas y también pone mala a la gente y muchas más cosas se mueren por la contaminación. Yo un día me levanté de la cama y "golía" muy mal, y abrí las ventanas, y, peor. Y yo, por tanto, no quiero que nadie se muera».
Irene María García Fernández, diez años, de Gijón, pide al príncipe Felipe su mediación para evitar el cierre del horno de Gijón-Fabril, que llevará aparejado el traslado de su padre. «Yo no quiero marchar», argumenta, «porque ya tengo amigos y estoy acostumbrada a este colegio». Elena Ríos, doce años, de Gijón, también plantea problemas laborales. En su opinión, hay tres que afectan especialmente a los asturianos: la reducción de personal en los astilleros, el cierre del horno de Gijón-Fabril y el traspaso de Quini.
Lourdes Fernáridez García, diez años, de Taramundi, municipio situado en el occidente asturiano, en el límite con Galicia, relata su peripecia personal para acudir al colegio. «Hoy vine a la escuela y había una helada terrible. Y yo no me aguantaba con el frío que tenía en las manos y los pies. Y cuando llegué a la escuela estuve delante de la estufa media hora. ¡Con esto, hoy no te cuento más nada! ». Miguel Angel Rodríguez Díaz, trece años, de Noreña, cuenta en la carta cómo discurre un día de su vida. «Me levanto a las ocho de la mañana para echar hierba a las vacas, pues tengo tres vacas, y también tengo que limpiar la cuadra y lavar las vacas. A las nueve me preparo para ir al colegio, pues lo tengo bastante lejos».
Pablo Cerdeiro, once años, de Taramundi, dedica su tarjeta a las dificultades de la vida en el campo y a las deficientes condiciones del colegio. «La escuela es muy vieja y en ella no tenemos casi ninguna cosa, y encima a veces llueve dentro y pasamos mucho frío en invierno. Tengo nueve hermanos, que vivimos de trabajar en el campo, que es muy duro. La gente es casi toda mayor porque se marcha a vivir a otros sitios a buscar trabajo». María del Carmen Bustelo Sol, doce años, de Boal, en el occidente de Asturias, dice al príncipe: «En mi pueblo la gente se dedica principalmente al trabajo del campo, pera como siga así esto, casi nadie va a trabajar en él, pues los medios de vida son mínimos y es muy difícil vivir sólo de esto, exceptuando algunos que tienen casas y tierras propias, etcétera, lo cual no es mi caso».
El anuncio de posibles cierres de minas en Hunosa, la segunda empresa asturiana, con más de 22.000 trabajadores, no ha dejado indiferentes a los niños asturianos. Sandra Tocino, ocho años, de Turón, escribe en su tarjeta: «Felipe: tú eres el príncipe de todos los españoles, acuérdate de los pobres mineros asturianos». Olga Orviz González, ocho años, de El Entrego, incide en el mismo tema: «A mí me gustaría que vieras cómo trabajan los pobres mineros. Hay un millón de personas en paro. No vayas a creer que te echo la culpa...».
Fuera de estas preocupaciones, desgraciadamente más propias de mayores, los niños asturianos también se refieren a sus problemas e inquietudes infantiles. Así, Gerardo Vicente García, doce años, de Gijón, le escribe al príncipe: «Te he visto en las revistas muy serio. Espero que en la realidad seas más alegre»; Landelino Llaneza, de Lada, le declara su amistad: «Para mí eres un amigo más. Te invito a jugar con nosotros al fútbol y a merendar en el campo»; y, en fin, Belén Alvarez Gacia, seis años, de Gijón, redactó una postal que es un monumento a la fantasía: «Felipe», le dice, «quisiera ver tu castillo. Cuando seas mayor, que ganes en las guerras».
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