El presidente italiano declara que si es secuestrado nadie deberá negociar con los terroristas
«Si un día me secuestran, mi mujer y el secretario general del Quirinal (sede de la Presidencia de la República) publicarán una carta mía en la que expreso con firmeza mi voluntad: nadie deberá negociar con los terroristas. Se tratará de un asunto mío con ellos», ha declarado el presidente italiano, Sandro Pertini, en Niza, donde está pasando las Navidades, al diario romano La Repubblica. Toda la Prensa de ayer recogió la revelación del anciano presidente socialista que ha caído como una bomba en el mundo político, creando al mismo tiempo enorme simpatía en la opinión pública.
Las palabras de Pertini llegan en un momento político delicadísimo, ya que todo el debate interno de los partidos versa sobre la oportunidad o no de dialogar con las Brigadas Rojas para salvar la vida del magistrado Giovanni d'Urso, que desde hace días está siendo, sometido, como Aldo Moro, a un proceso secreto en una «cárcel del pueblo».La declaración del presidente de la República es más espectacular aún porque confirma, sin lugar a dudas, que no ha estado de acuerdo con la decisión del Gobierno de cerrar en este momento la cárcel de Asinara, y por tanto con su partido, ya que había sido Bettino Craxi, secretario general del partido socialista, quien había pedido sorprendentemente, el día de Navidad, que se cerrara la cárcel de Asinara para evitar que las Brigadas Rojas cometieran otro crimen como en tiempos de Moro.
«No me importa si mi partido», dice Pertini, «defiende otra posición. La respeto, pero no es la mía, ni puede ser la del Gobierno. No se cedió a favor de Moro. Se trata de un problema de línea política, y el jefe del Estado debe ser consultado». Y añade: «Hay que rechazar todo tipo de chantaje: hoy es la cárcel de Asinara, mientras tanto se sublevan los detenidos de Trani, mañana los brigadistas podrían pedir el cierre de la cárcel de Fossombrone o de otras».
Los socialistas han salido en seguida al paso diciendo que nadie como ellos han pedido tantas veces que se afronte con claridad en este país el gravísimo problema del terrorismo y sus tentáculos internacionales, pero que el no negociar con las Brigadas Rojas no debe servir para justificar dilaciones del Gobierno. Dicen que el mayor juego que se les podría hacer a las Brigadas Rojas es dejar de poner en práctica las reformas radicales de la Administración y del Estado, porque a veces pueden coincidir con lo que ellos piden.
Denuncia de la corrupción
La verdad es que, en este campo de la moralidad, Pertini ha sido muy duro en sus declaraciones, hasta el punto de afirmar que «hoy más de quinientos de los 836 parlamentarios que me eligieron me verían con gusto en otro puesto». Recordando los valores de este pueblo, dice literalmente que «no merece estar gobernado por hombres corrompidos». Re cuerda que muchos dirigentes políticos le han criticado dura mente por las declaraciones que hizo desde la televisión en los momentos del terremoto, y añade: «Muchos hubiesen preferido que me callara. Están locos. ¿Podría callarme cuando, por ejemplo, en Sant'Angelo del Lombardi pude oír los gritos de la gente enterrada viva?».Según Pertini, «la corrupción se ha convertido casi en un modelo de vida. La gente está cansada de lo que está sucediendo, y se dice: si todos roban, ¿por qué no debo robar yo también?», y afirma: «Esto debe acabar».
Y para ser más explícito, con esa claridad que le caracteriza, el presidente de la República cuenta un ejemplo concreto con estas palabras: «Es necesario que algunas cosas no vuelvan a suceder, como la siguiente que acaeció en Avellino los primeros días después del terremoto. Allí manda el político De Mita, y el orgullo ciudadano radica en tener un equipo de fútbol de Primera División. Un capitán de carabineros decidió que el campo de fútbol se convirtiera en una aeropuerto para helicópteros. De Mita le ordenó que se llevase los helicópteros. El capitán, enfurecido, le respondió: «Sólo aquí pueden aterrizar, y en este asunto mando yo». De Mita es uno de los personajes más importantes de la Democracia Cristiana, con gran poder en todo el sureste del país, y acaba de ser elegido vicesecretario de su partido.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.