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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Agresiones fascistas

Hace pocos días fue en Derecho, más tarde en Ciencias de la Información, después en Valladolid. Ahora, una vez más, de nuevo, la violencia fascista se ha hecho sentir. Hechos como este, que le ocurrió a un compañero nuestro, suceden a diario. Vas tranquilamente por la calle. Se te acercan unos «cuantos» y, sin mediar palabra alguna, te dicen: «Tú eres un rojo». Acto seguido te apalean. ¿Razón?: No les gustó tu aspecto.Nosotros nos preguntamos: ¿Es que el simple hecho de que no pienses (o vistas) como ellos significa acaso que eres rojo? ¿Es que ser rojo es condenable?

Porque no queremos caer en su error de creernos jueces y verdugos, interpelamos a los responsables de orden público, en su misión de velar por la seguridad ciudadana, para que, de una vez por todas, se ponga fin a esta irracionalidad.

Siendo personas muy concretas, grupos perfectamente localizados, con áreas de acción muy determinadas, ¿cómo es posible este incontrol, esta ineficacia? ¿Cómo se puede llegar a estas cotas de incompetencia?

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¿Por qué permitimos que este sector de la sociedad, totalmente minoritaria, siembre el terror y el pánico, haciendo de esta nuestra ciudad unajungla en la que impera la ley del más violento, situación, por otra parte, tolerada por los organismos corres pondie ntes?

Posiblemente, la razón es que nos inhibimos, nos cruzamos de brazos. ¿Somos indiferentes? Haría falta una profunda reflexión. Quizá la conclusión que de'bemos sacar de ella es que «quien calla, otorga». El corolario sería: ¡Hay que tomar postura!

Los ciudadanos somos también responsables de que este orden público se cumpla. Detrás de este terrorismo físico existe un terrorismo psicológico, posiblemente peor que el primero, basado en el poder del miedo. Este poder que ahoga cualquier tipo de iniciativa que pretenda acallar esta violencia.

Pero existe un medio para vence r este miedo: la solidaridad de los afectados directa o indirectamente, esto es, de todos los que formamos esta sociedad. Sólo en la medida, de que nos demos cuenta de esta realidad, y la asumamos, podremos, en frente común, poner freno a esta violencia demente./ y 72 firmas más.

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