Con el agua al cuello
En una bonita y alegre fiesta de un largo fin de semana de este otoño enérgicamente cálido, un señor importante de. una también muy importante compañía eléctrica del noroeste de España poco podía suponer cuando manifestó: «Por supuesto, la conversión ciclónica es viable, pero no lo haremos hasta que no tengamos el agua al cuello», que era escuchado, por pura casualidad, por un discreto -pero atento- miembro del grupo Sensa.Otra gran empresa eléctrica del centro de España ha editado recientemente un folleto informativo cuyo párrafo final recoge esta frase: «... X.... que siempre se ha caracterizado por sus acciones pioneras en la implantación de métodos de generación de energía eléctrica, participa en este proyecto». Se refiere en concreto al proyecto de un ilustre profesor alemán con el que nos unen cordiales relaciones. Hasta el punto que Sensa, especializada en flujos ciclónicos, ha sugerido al autor del proyecto, desinteresadamente, algunas modificaciones que suponen, al menos, un incremento del 20% del rendimiento obtenido para iguales dimensiones de la torre.
Como esto no debe convertirse en un árido resumen de diferencias científicas y tecnológicas, baste sólo decir que dicho proyecto alemán cubre únicamente la captación de energía solar radiante. La conversión ciclónica descubierta, investigada y desarrollada por españoles exclusivamente, integra en un solo proceso todas las energías presentes en la atmósfera. Es un proyecto total contra otro parcial.
Ambas exteriorizaciones -la del señor importante y la poderosa compañía- son negativas para los intereses de todos los españoles y nuestro Estado. Son una manifestación de la mentalidad destructiva de las iniciativas creativas científicas y técnicas españolas, en las que -desafortunadamente- han sido malformados, por cooptación, todos los españoles. Esta deformación, fruto y herencia de un escolasticismo humanista dogmático, enemigo de la ciencia experimental creativa y de la investigación en búsqueda de las verdades del universo (que se manifiesta en el desafortunado ex abrupto de Unamuno ¡que inventen ellos!) es la verdadera responsable de nuestra penuria científica y tecnológica.
¡Pero su vehículo son aquellos incapaces de ver -inmersos, como están, en el sistema y sus beneficios particulares- cuánto se perjudica, el bien común y la dignidad de toda una nación. Por eso, aun sabiendo sobradamente que me faltan facultades para describir con mi pluma, cortada para otros menesteres, la angustiosa desesperanza de un pueblo al tomar conciencia de la pérdida de su dignidad fronteras afuera, acudo a esta tribuna pública para hacer una llamada a esos mil -no son más- responsables de la eutanasia creativa por generaciones de todo un pueblo: el español.
El bienestar y riqueza de los pueblos no es fruto de la casualidad, ni tampoco de preferencias o pretenciones explicadas bienintencionadamente por planteamientos institucionales teológicos derivados de la voluntad de Dios. El mundo nos fue entregado para que trabajáramos, y el trabajo es creación, y la creación produce satisfacciones, muy íntimas.
Las manos y sus actividades cubren -como saben muy bien los psicólogos- más de la mitad de la capacidad cerebral. Todos aquellos que sistemáticamente, por elitismo deformado, desprecian actividades como el comercio y la manufactura, siguiendo falsas posturas de intelectualoides deformados, y no utilizan sus manos, se asombrarían, haciendo de albañiles, carpinteros u otros oficios, cuánto mejoran sus mecanismos cerebrales y estabilidad psíquica con las actividades manuales.
El menosprecio de las actividades manuales ha llevado a crear en este país una figura singular: el delineante proyectista. En los países anglosajones -donde hoy, innegablemente, se encuentra la más extendida y avanzada ciencia del mundo- tal figura es un ingeniero con todas las de la ley. La compartimentación nefasta de actividades manuales e intelectuales -que ninguna LAU corregirá- en nuestras universidades y escuelas especiales ha creado tal dicotomía que la experimentación e investigación son, por su, alto contenido de necesaria creatividad y actividad manual, postergadas en favor de la descriptividad memorística.
A esto debemos unir que toda idea nace en abstracto, que su materialización -cuando no se trata. de una idea metafísica, literaria o greguería ingeniosa- inútil para el bienestar y la riqueza de los pueblos- exige su concreción a través de un dibujo técnico. El creativo experimental en la ciencia y tecnología moderna debe dominar el dibujo técnico como un escritor el lenguaje. Debe saber leer planos y crearlos. En España, el dibujo técnico es una «maría» en general. Si a ello unimos la clasificación estamental de sureriores, medios e inferiores.
Si a un delineante proyectista se le sustraen o dificultan los accesos a una profunda y avanzada formación, mientras que a un ingeniero se le hace creer que estarse durante horas y años proyectando en un tablero de dibujo -como hacen todos los ingenieros del mundo de los países industrialmente avanzados- es una actividad menor poco apreciable, habremos conseguido esterilizar creativamente toda la tecnología de un país.
Estas disquisiciones tienen su justificación porque las situaciones descritas son las responsables de que en la tecnología de España sólo haya sitio para mil, más o menos. No hace mucho todavía, en las escuelas técnicas se les ponía a los alumnos ante la disyuntiva de trabajar o estudiar. Simultanear ambas actividades -en enorme y loable esfuerzo ennoblecedor- estaba Así las escuelas profesionales e ingenierías técnicas se yacían. ¿Quién aspira a que le impongan la marca de segundón o tercerón de por vida?
Y esos mil son descriptivos. Enemigos formados de la creatividad. Así autoridades mundiales españolas, que han conseguido su crédito, en el esfuerzo creativo, como Arruga o Barraquer, son considerados como no aptos para desempeñar cátedras por aquellos que, inmersos en la descriptividad por elección sin alternativas, posponen -en una enorme y desproporcionada clasificación de valores- el hacer propio al decir de los hechos ajenos; por supuesto, extranjeros.
Y aquí debo volver al principio. Decirle al autor del folleto qué lo cambie así, pues no se debe dar al pueblo español gato por liebre: «... X ... que siempre se ha caracterizado por sus acciones pioneras en la implantación de métodos de generación de energía eléctrica -extranjeros-, participa en este proyecto ... ».
A usted, señor importante, alguien Ie acabará explicando -por el moderno método científico de la experimentación- qué siente un pueblo cuando se le empobrece intencionahnente hasta el ahogo, antes de que a usted le llegue el agua al cuello.
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