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Chrysler acumulará pérdidas por valor de 136.000 millones de pesetas en 1980

El tercer fabricante de automóviles en orden de importancia de Estados Unidos, la sociedad Chrysler, acumulará pérdidas por valor de más de 1.700 millones de dólares (unos 136.000 millones de pesetas) en 1980, cifra considerada como récord histórico para cualquier sociedad norteamericana. Lee lacocea, presidente de Chrysler, intenta salvar la firma de la bancarrota, con propuesta de «congelación» de salarios para los próximos veintiún meses y la negociación de un crédito suplementario, con aval federal, de cuatrocientos millones de dólares (32.000 millones de pesetas).

La firma automovilística, que también fabrica material bélico para el Ejército estadounidense (el nuevo tanque XM-1), recibió en 1979 un aval del Gobierno federal por valor de 1.200 millones de dólares (unos 96.000 millones de pesetas) en créditos concedidos por bancos privados, cantidad que, en principio, debería permitir una recuperación financiera de la Firma, junto con la aparición en el mercado de los nuevos modelos 1981, basados en la serie de turismo de tipo medio, denominada K.Sin embargo, la reacción de los compradores ante los nuevos modelos de avanzada tecnología y consumo moderado, no ha sido tan positiva como se esperaba en Detroit. «Los altos índices de interés bancario han repercutido sobre los compradores», dijo el presidente de Chrysler, que ayer se entrevistó en Nueva York con medios financieros, y posteriormente en Washington con círculos oficiales del Departamento del Tesoro, en busca de «dinero fresco» capaz de evitar lo peor.

La postura de Ronald Reagan

Cuando la Administración Carter accedió al aval de 1.200 millones de dólares (96.000 millones de pesetas) para Chrysler fue objeto de duras críticas por parte del ala republicana en el Congreso, que vio, no sin razón, una operación de «intervención» pública en los asuntos de una firma de capital privado en la cuna del mundo capitalista. Posteriormente, por razones electorales entre los trabajadores del sector del automóvil, Ronald Reagan consideró válido el apoyo estatal a Chrysler. ¿Cuál será la reacción de los republicanos en el poder a partir del 20 de enero frente al crítico panorama que continúa ofreciendo Chrysler?Lee lacocca precisó que hay conversaciones en curso, aunque nada en concreto, con otras firmas de automóviles que podrían entrar como accionistas en Chrysler, como cabeza de puente para vender en el mercado norteamericano, cada vez más sensible a las cualidades de los automóviles japoneses y europeos, a la vez que reservado ante los nuevos modelos americanos. Peugeot-Citroën y Mitsubishi Motors son los dos nombres que suenan con más frecuencia, aunque se duda entren en el complejo mundo de Chrysler si antes no hay una operación de saneamiento en las finanzas. Se seguiría así el camino marcado por Renault, que desde hace dos días pasó a ser socio mayoritario de la sociedad American Motors, cuarto fabricante de automóviles norteamericanos, aunque a gran distancia, por su producción, de los tres «grandes» del motor estadounidense, que, por orden de importancia, son: General Motors, Ford y la problemática Chrysler.

Cuando, el pasado mes de junio, Chrysler recibió los primeros quinientos millones de dólares (unos 40.000 millones de pesetas) de los 1.500 que aprobó como ayuda el Gobierno norteamericano, su presidente, Lee lacocca, manifestó que la compañía conseguiría beneficios en el último trimestre de este año, afirmando que la nueva serie de vehículos K encontraría fácil salida en el mercado, con ello se podría superar la angustiosa situación financiera de la empresa, que diversos medios calificaban ya de «práctica bancarrota».

El tiempo parece haber venido a dar la razón a quienes así opinaban, que ya avanzaron en el segundo trimestre que las pérdidas de Chrysler en el presente ejercicio podrían superar los mil millones de dólares.

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