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Pablo Serrano: "Fue la gente la que vio «panes» en mis esculturas"

Hoy se inaugura, en la Fundación Gulbenkian, de Lisboa, una importante exposición antológica del escultor Pablo Serrano, con la que se abre una serie de participaciones de artistas españoles en el país vecino. La exposición abarca todas las fases artísticas de este escultor, pero él prefiere ahora, y en eso coincide con los de su ramo, aquello en lo que está: la serie El Pan.

«Quiero que haga hincapié en lo del pan», dice. El estudio de Pablo Serrano, en la zona de crecimiento de la Castellana, está hoy lleno de gente: «Es un amigo americano que muestra sus esculturas a los amigos». Y las acompaña con vino y queso. Y, naturalmente, con pan. «Yo no las bauticé. Fue el pueblo. Fue la gente la que decidió que las esculturas que yo llamaba unidades-yunta eran panes. La verdad que aquéllas intentaban mostrar las dificultades y contradicciones de la comunicación. Primero eran formas macho y hembra. Luego, otras que eran macho y hembra en una sola pieza. En fin, formas abstractas para expresar conflictos».Ya tenían algo de místicos los retratos de Pablo Serrano. El Unamuno, el Machado, el Aranguren... Todos ellos están como luchando por salir de la materia, y la materia misma -el bronce, la piedra-, recordando tanto el barro original.

«Si miramos hacia dentro de nosotros», dice Pablo Serrano, resumiendo un poco su pensamiento, «no nos queda más remedio que ser conscientes de que estamos limitados, y esa limitación nos llena de angustia. Así que nuestra obra, en la que tratamos de ponernos todos, nuestro pensamiento y nuestra moral, nuestra filosofía y nuestra ética, nos parece siempre corta ... ». «Me he preguntado muchas veces, a la luz de esta insatisfacción, qué hacia yo con toda la materia en mis manos, y a qué pregunta estaba respondiendo o debería responder. Si se trataba de mi propia autosatisfacción o era este trabajo mío una manera real de comunicar con los demás. Bueno, creo que era un poco las dos cosas: la materia por la que me expreso a mí mismo se convierte en una continuación de mí, en una expansión distinta de mi, pensamiento y de mis sentimientos».

Metáfora final

Todo esto encuentra una metáfora final en el pan. «Sí, yo creo que el pan, el pan partido y compartido, significa exactamente lo que busco. Significa comunicación y significa reflexión interior, conocimiento de uno mismo y trabajo. Es el alimento primordial, y el momento de compartir lo más elemental... Además, el pan obliga a trabajar la materia escultórica igual que los panaderos hacen con las harinas: mimándola, amasándola, dejándola que crezca y fermente. En fin. Que yo creo que este tema me está expresando ahora que tiene muchas posibilidades».La verdad es que a Pablo Serrano no le ha dado miedo nunca dejar lo que estaba haciendo y pasar a otro tema, a otras formas. Lo que hace que todas las esculturas de Pablo Serrano sean inmediatamente reconocibles es otra cosa, que toca a los críticos descubrir. Pero ahí están, sin solución de continuidad, pero a veces mardadamente diferenciadas, los objetos quemados -sombra de las cosas- de los últimos años cincuenta, las bóvedas para el hombre y las lumínicas de los primeros sesenta, los hombres con puerta y las unidades-yunta de finales de los sesenta, y el pan, la serie con la que abre los ochenta. De todas ellas hay una muestra en la importante exposición de la Fundación Gulbenkian, de Lisboa. Y también de sus retratos monumentales, en su mayoría homenaje a pensadores y poetas, alguno de los cuales -como la cabeza de Antonio Machado- son más que una escultura para ser un capítulo de la historia de España.

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