Orden de captura en El Salvador contra el coronel Majano

El coronel Majano, destituido de la Junta salvadoreña el sábado último, se ha visto forzado a pasar a una situación de clandestinidad tras la orden de captura dictada contra él por el vicepresidente y comandante supremo de las fuerzas armadas, coronel Jaime Abdul Gutiérrez. Aunque medios oficiales de El Salvador guardan silencio al respecto, fuentes allegadas al líder del sector castrense más moderado han confirmado la noticia y han asegunado que el alto mando militar considera que Majano está en situación de rebeldía.

Dos camiones de la Guardia Nacional, considerada como la fuerza de policía más vinculada a la represión y a los planteamientos ultraderechistas, se presentaron en el domicilio de Majano con la orden de detención. Previamente le había sido retirada la custodia militar. Se sabe que el ex gobernante había desaparecido horas antes, sin que se tengan noticias acerca de su paradero.En fuentes militares se asegura que, en caso de que Majano fuera detenido, sería expulsado del país. Medios próximos a la familia temen, sin embargo, que esta orden de deportación pudiera ser sustituida por un nuevo asesinato, cuyos culpables no aparecerían jamás, método utilizado con demasiada frecuencia por la Guardia Nacional como para creer que no pueda repetirse.

En San Salvador se asegura que Majano ha mantenido estos últimos días reuniones clandestinas con sectores jóvenes de la oficialidad que estarían próximos a sus posiciones. Algunos de estos jóvenes oficiales han distribuido un comunicado anónimo en el que expresan su solidaridad y apoyo activo a las posiciones del coronel destituido. «La ciudadanía debe esperar acontecimientos acordes con la situación que ha creado el alto mando impostor de las fuerzas armadas», dice el comunicado.

Algunos medios no descartan que los jóvenes oficiales de la línea majanista puedan declararse en abierta rebeldía durante las próximas horas. Su progresivo desplazamiento de las áreas militares estratégicas hace pensar, sin embargo, que no tendrían dema;siadas posibilidades de éxito en un enfrentamiento interno dentro del Ejército. Existe más bien la convicción de que su actual situación de impotencia puede terminar empujándoles a un alineamiento junto al frente opositor. Esto podría modificar sustancialmente las relaciones internas de poder y acelerar la insurrección popular. Observadores políticos han expresado su convicción dé que el alto mando militar está cerrando todos los caminos al sector militar majanista y forzándole casi a que se pase a las organizaciones guerrilleras. El Frente de Liberación Nacional (FNL) ha expresado muy significativamente que su objetivo no es destruir a todo el Ejército actual.

El nuevo presidente salvadoreño, José Napoleón Duarte, ha sido explícito en su apoyo al coronel Gutiérrez, como comandante supremo del Ejército.

En un país en situación de guerrsa, Duarte no tiene reparos en afirmar que tiene todas las facultades administrativas para ejercer la presidencia y trata de presentar su nombramiento como un pacto entre las fuerzas armadas y el Partido Demócrata Cristiano, cuando nadie duda en El Salvador de que no hay en el país otro poder que el militar y que Duarte durará en la presidencia mientras sirva a las exigencias del Ejército.