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Santamaría: "No me pidan resultados todavía"

José Emilio Santamaría carga con la mayor responsabilidad que nunca le cayó a seleccionador español alguno: dirigir a la selección durante el Mundial de España. Ya ha cumplido el primer ciclo de su trabajo, los tres primeros partidos. Tras el descanso invernal reanudará la actividad con inclusión de otros hombres en el grupo. Hasta ahora, ha convencido más fuera que en casa, y el Mundial debe jugarse en casa. Evidentemente necesita un equipo que haga lo difícil, jugar de local, abrir la defensa del otro. El pide calma: «No me pidan resultados, al menos por el momento. No es por mí, es por los jugadores, que necesitan tranquilidad, y el exceso de opiniones en contra se la hace perder». Busca hombres rápidos y con disparo desde fuera del área, y se lamenta de la falta de un líder en el que descansar. Pero trabaja a fondo.

Santamaría no está de acuerdo con las críticas recibidas tras el España-Polonia (1-2), único partido jugado en casa: «El equipo no jugó mal. Dimos alguna facilidad atrás, pero se llegó al gol lo bastante como para marcar más goles. No es normal que de todas aquellas ocasiones sólo entrara una. En el fútbol, el juego y el gol no siempre van de la mano. El aficionado debe comprender eso».

Siempre cuatro-cuatro-dos

Este fútbol, cada vez más defensivo, va retrasando paulatinamente delanteros hacia atrás. Es un largo proceso, iniciado hace ya cincuenta años. Santamaría ha jugado siempre el 4-4-2, con sólo dos delanteros. Una táctica que permite amarrar al equipo contrario en la media y que puede abrir claros para el contraataque. Una buena táctica para jugar fuera de casa. Pero ¿vale también para afrontar todo un Mundial en campo propio? Para Santamaría la cuestión no ofrece duda: «El fútbol ha llegado al 4-4-2 y esa es la táctica que juega ya todo el mundo. No se pueden dar ventajas. Y también sirve para ganar en casa. He visto recientemente dos partidos de Italia en su campo, con Hungría y con Yugoslavia, éste de clasificación para el Mundial. Los dos los ganó por 2-0, con autoridad, y en ambas ocasiones jugó el 4-4-2. Bien jugado sirve para ganar en casa, para abrir la defensa. Pero Italia tiene un equipo armado desde tiempo atrás, y yo lo estoy buscando. Yo no puedo ofrecer resultados al 100% en una primera fase».

La responsabilidad

Santamaría se lamenta del exceso de presión bajo el que se mueve el fútbol en España, más que en otros sitios: «Hay mucha Prensa, muchas opiniones. Y corre mucho el dinero. Eso crea impaciencia, y la impaciencia no deja a la gente trabajar bien. Los entrenadores no se atreven a arriesgar, regañan al jugador que intenta inventar algo, porque a su vez ellos caen si el equipo no asegura resultados. Vamos todos a asegurar, aplastados por esa presión y ese nerviosismo, y, poco a poco, caemos en la vulgaridad».Se lamenta de muchos jugadores que pierden sus condiciones por no hacer uso de ellas: «A un chico que viene bien primero le cuesta mucho entrar en el equipo. Aunque ahora llegan técnica y físicamente muy formados, aunque hay una buena promoción, les cuesta mucho entrar, porque los entrenadores arriesgan con cualquier cambio, y arriesgan menos cuando mantienen lo que hay. No quiero citar casos, porque algún compañero podría molestarse, pero son muchos los equipos en los que hay jóvenes de calidad esperando, aburriéndose. Y cuando entran en el equipo, muchas veces lo hacen temerosos. Simplifican en exceso su fútbol, se vulgarizan, no se atreven a repetir cosas que hacían en las divisiones inferiores por miedo al fallo, a la bronca del entrenador o del público. Jugadores de clase se convierten en buenos jugadores de club, en chicos disciplinados y trabajadores, pero sin chispa. Sin esa chispa que hace que el jugador destaque y resuelva. El latino, además, tiene ventaja en el fútbol sobre el resto de los europeos, porque tiene más picardía en el juego».

El tiro a puerta

Para el seleccionador, el ejemplo más claro de esa timidez es el tiro a puerta: «Es mi obsesión, porque ésta es, quizá, la deficiencia más grave que tenemos en relación al resto de Europa. No hay que ser un superdotado para soltar esos cañonazos que vemos en Alemania o en Inglaterra. Basta con ensayar y coger confianza; hay que chutar fuera las veces que haga falta hasta que empiecen a ir a puerta. Pero, tal y como está el fútbol en España, ¿qué jugador se atreve a destripar tres contraataques seguidos de su equipo con disparos que no entran?».Santamaría busca chutadores y busca hombres rápidos: «Evidentemente, con el 4-4-2 sólo se puede triunfar con ambas cosas. Dos hombres no pueden con una defensa de cuatro o cinco, como no sean Garrincha y Pelé, o ni ellos. Pero pueden moverse, devolver una pared, abrir un pasillo para que llegue uno de atrás. Hace falta velocidad para eso, y recuperación para no quedar fuera del juego después de una carrera. Y hacen falta disparos desde fuera del área. Sin eso es difícil ser alguien en el fútbol».

El miedo al ridículo es lo que más trata de combatir Santamaría en sus hombres: «Les digo que en el deporte no hay ridículo, que lo ridículo es acobardarse, que hay que intentar, correr riesgos, si se quiere ser futbolista. A estos chicos que vienen, bien formados, y hay que aclarar que acaba de llegar al fútbol español una generación muy buena, mejor que la anterior, hay que hacerles ver que si saben hacer cosas, tienen que hacerlas, que si juegan bien no es para adocenarse, sino para imponer su calidad, sus conocimientos, su dominio del balón».

Muchos años perdidos

Pero no es ese sólo el problema del fútbol español. Ha habido unos anos de retraso, difíciles de recuperar: «Cualquier aficionado no demasiado joven se puede acordar de que no hace mucho los holandeses o los alemanes no nos daban miedo. Hace quince años, los clubes españoles dominaban en Europa. Había extranjeros, pero también había españoles, y españoles importantes. Cuando yo jugaba, en los últimos años, hace unos quince, un equipo holandés era un chollo. Venía al Bernabéu y no se iba con menos de cinco goles. Pero ellos ya entonces trabajaban bien, con humildad. Tenían campos, pagaban a buena gente para que se ocupara de los chavales, mientras aquí seguíamos jugando un poco en plan silvestre. Hacían gimnasia desde niños, en los colegios, con seriedad, mientras aquí no se hacía nada. De repente ahí se vio todo ese fruto. Mientras aquí nuestros jugadores llegaban a los veinte o veintidós años sin formar físicamente y con deficiencias técnicas, Holanda sacó gente y gente con la que hacer grandes equipos y una formidable selección. Lo mismo Alemania. Y ahora, ¿quién los alcanza?».Hay unos años de retraso, quizá demasiados: «Vamos recuperando terreno, pero aún nos falta. Ahora se trabaja bien en varios sitios. Usted se acerca a la Ciudad Deportiva del Madrid el sábado a las 8.30 de la mañana y ve chicos jugando hasta la noche, y el domingo igual. Y el Barcelona, el Zaragoza, el Sevilla, el Athlétic, el Spórting, la Real y muchos otros también tienen algo parecido».

Jóvenes y viejos

Pero todo queda en nada si luego no hay sitio en los equipos. Si los entrenadores no confían en lo que llega. Si de un equipo deslumbrante como el Castilla apenas un hombre llega al Madrid: «Insisto en que no quiero hablar de nadie. Cada cual tiene su problema. Además, yo no estoy más con los jóvenes que con los viejos, porque me siento igual de solidario con todos. Yo empecé a los diecisiete años en el Nacional y terminé con 38 en el Madrid, y ganando títulos. Yo no soy partidario de retirar prematuramente a nadie. Que juegue el que vale, pero el veterano sin comodidad y sin resabios, y el joven sin complejos ni timideces».Santamaría ya trabajó con las selecciones inferiores años atrás. De ahí salió buena gente, como Asensi, Quini y Leal, por citar los que más han aportado al primer equipo: «Lo peor de todo es que siempre hay que contar con la suerte, y tras éstos vino una época más vacía, en la que salía menos gente. Ahora vuelven a venir bien, pero casi no da tiempo de incorporarlos con todas las consecuencias. Nos ha venido un poquito pronto este Mundial, quizá un año más tarde hubiera sido lo ideal».

Por eso, Santamaría, aunque obsesivamente todos le recordemos el Mundial, para el que sólo queda año y medio, trabaja con la vista puesta en un futuro más lejano: «Hemos creado un fichero en la Federación, donde recogemos la evolución de todos los chicos interesantes. Yo no sé el tiempo que estaré en el puesto, pero quiero que eso quede para el que venga después». Cada domingo, Santamaría, Luis Suárez, Pereda y Mariano Moreno van a ver los partidos más interesantes de la jornada. Pero no se limitan a eso. Procuran ver dos o tres partidos más de juveniles, para comprobar la evolución de los chicos que más ofrecen, o para descubrir gente nueva: «Hace años, seguir a los juveniles era más fácil, porque existía el campeonato de selecciones regionales. Allí veías concentrados a los mejores de cada región, y era difícil que se te escapara alguno. Ahora hay que rastrear más».

Los hombres

Fuera del plano teórico, los problemas son siempre la elección de los hombres para el primer equipo, los que tienen que ganar o perder el partido del que depende la imagen de todo el fútbol español. En cada aficionado hay un seleccionador y la elección siempre acarrea críticas. Ahora se le reprocha a Santamaría, por ejemplo, que no esté en su lista ninguno de los mejores goleadores de la Liga: «Sí, siempre hay quien dice que falta tal o cual jugador. Son ganas de no entender las cosas. Yo avisé que para este primer ciclo iba a contar con la base de los que estuvieron en Italia, con la del equipo olímpico y los sub-23 que hicieron la gira por Suramérica hace unos meses. Yo tengo que hacer un trabajo con tiempo, y no puedo cambiar a cada momento un hombre por tal o cual jugador que atraviesa una gran racha, pero que sé lo que me puede rendir a la larga. Por supuesto, si estuviéramos jugándonos ahora la clasificación contaría con alguno de esos hombres que están muy bien, o con varios. Pero ya que no es así, no quiero alterar las cosas, quiero hacerlo todo según un programa ».El tema no le gusta. Se ve que le enfadan, las críticas en este sentido. Sus argumentos, por otra parte, son de peso, incontestables. «Ahora empieza el segundo ciclo, en febrero. Habrá cambios, por supuesto. Hay gente a la que estoy llamando que por razones que no me incumben no juega en su equipo. Hay otros que han ido a más. Evidentemente es el momento de contar con algunos hombres que pueden tener sitio, que deben interesar».

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