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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

"La montería" en el teatro de la Zarzuela

El maestro Guerrero fue una «entidad» cuyo nombre vencía el de sus obras. Hombre popular y supérpopular, buscó y encontró al pueblo por y las de lirismo fácil y simplicidad constructiva. También, es inevitable, cayó en tópicos y concesiones, y así, desde las Lagarteranas (basadas en un tema de su Toledo natal) hasta el Ay que tío, discurre un camino de evidente plebeyización.Josefina Carabias, tan recordada actualmente a través de su libro sobre Azafla, trazó en 1952 uno de los pocos (si no el único) estudios sobre Jacinto Guerrero, su obra y su persona. Aún escrita con el ritmo ligero que el tema imponía, a lo largo de más de doscientas páginas, queda claro, por deducción, que Guerrero fue, al nivel que se quiera, un fenómeno sociológico. Y, por supuesto, un instinto natural de músico que, como siempre pensó su maestro, Conrado del Campo, podría haber dado, en otro campo, obras de mayor exigencia. Pero, como tantos, eligió la posibilidad de vivir y triunfar.

Teatro de la Zarzuela

Compañía Lírica Titular. Director: Joaquín Deus. La Montería, de Ramos Martín, Ramos Durán yJacinto Guerrero. Escena: Roberto Carpio. Música: Moreno Buendia. Diseñosy decorados: Emilio Burgos y E. López. Principales intérpretes: J. Meneses, A. Font, A. García, M. GrUalba, J. Castejón, M. Ferrer. 12 de diciembre.

El maestro Guerrero ha vuelto al escenario de la zarzuela con uno de sus primeros éxitos, el más grande después de La AIsaciana: La Montería, de 1922, unida en su estreno al nombre de Victoria Pinedo, cuyo Hay que ver, cuentan las crónicas que fue insuperable. Esos compases se cantaron durante muchos años y recibieron el honor -al igual del Soldado de Nápoles, de -Serrano- de que la «gripe» del veintitrés llevara en Madrid el mote del Hay que ver.

Sobre libreto de Ramos Martín, reformado por Ramos Durán, último representante de la dinastía que inaugurara Ramos Carrión, La Montería no es mejor ni peor que tantas operetas de triunfo en el Chatelet. Así es que, como la otra noche, habrá todo un sector de público que irá al teatro de la calle de Jovellanos a escuchar aquello de «los mensajeros del amor» y, sobre todo, a corear, ayudado por el telón con la letra bien dibujada, el «Hay que ver mi abuelita la pobre, qué faldas llevaba».

"Rubia aldeana"

¿Crítica? Ninguna, como no sea reseñar la buena labor de la «rubia aldeana» enamorada del «duque sito», Josefina Meneses; la gracia de Amelia Font, el bello timbre del barítono Martín Grijalba y la viva teatralidad de Jesús Castejón. Figurines y decorados, buenos dentro del género, así como orquesta y coros, dirigidos por Moreno Buendía, Robérto, Carpio, director escénico, estilizó en algo las tradiciones y el «respetable» salió del teatro con el estribillo en los labios: «Hay que ver». Que cada cual pusiera en él una determinada intención, es otro asunto.

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