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La viuda de Mao, expulsada de la audiencia tras replicar a un testigo y a los jueces

La viuda de Mao, Jiang Qin, fue expulsada ayer de la sala de audiencias del tribunal especial de Pekín, tras interrumpir a un testigo y replicar reiteradamente a los jueces que trataban de hacerla callar. Por otra parte, rumores no confirmados indican que el presidente del Partido Comunista chino, Hua Guofeng, se encuentra bajo arresto, e incluso se especula con la posibilidad de que dos de los acusados en el juicio de Pekín, Zhan Zhunquiao y Chen Boda, se hayan suicidado.

La televisión china difundió un fragmento de la audiencia de Jiang Qin, en el curso de la cual la viuda de Mao interrumpió al escritor Liao Mosha, que declaraba sobre los malos tratos sufridos durante los ocho años que pasó en prisión, en la revolución cultural. Los telespectadores vieron a Jiang Qin interrumpiendo al testigo, diciéndole que no siguiera con su comedia, y preguntándole si no había participado él en el grupo de la «aldea de las tres familias», nombre de un grupo periodístico que se oponía a Mao.Un juez ordenó a Jiang Qin que se callara, y ella replicó que tenía derecho a defenderse. Un segundo juez intentó acallarla, y le contestó: «Estoy hablando. ¿Qué vas a hacer si continúo hablando?». Una mujer juez intervino para decirle que estaba violando la ley, y la viuda de Mao replicó: «Eres tú quien viola la ley. Es ridículo. Estáis sacando a testificar a traideros y espías. Tengo preguntas que hacer». Zeng Hanzhou, uno de los dos vicepresidentes del tribunal especial, ordenó la expulsión de Jiang Qin, y ésta fue sacada de la sala a empujones por dos mujeres policía.

Millones de telespectadores tuvieron ocasión de ver a la animadora de la «banda de los cuatro», tras haber presenciado un fragmento de la audiencia, en el que fue interrogada sobre «persecución contra viejos revolucionarios». Ella afirmó que esas actuaciones se habían hecho legalmente, ordenadas por el comité central del partido, e incluso implicó al jefe del Gobierno, Zhou Enlai en la confección de una lista de «agentes enemigos» en la que figuraban los nombres de Liu Saoqi, Deng Xiaoping, Perig Dehuai y Peng Zhen.

Por otra parte, en ambientes diplomáticos y periodísticos de Pekín circula el rumor de que el presidente del Partido Comunista chino, Hua Guofeng, se encuentra en una posición política muy comprometida, e incluso habría sido arrestado. También circulan rumores en el sentido de que uno de los miembros de la «banda de los cuatro», el ex viceprimer ministro Zhan Zhunquiao, se ha suicidado. La misma actitud se atribuye a Chen Boda, ex secretario de Mao.

La Prensa china del jueves pasado dio cuenta de una conferencia convocada por la comisión de control disciplinario del partido, en el curso de la cual se trazó un cuadro bastante sombrío sobre la situación actual. Los dos oradores principales fueron Chen Yun y Hu Yaobang. Este último, secretario general del partido, denunció a los «camaradas que asimilan el papel de dirigente a una posición de dominación», así como el hecho de que, en numerosos lugares, se encuentran gentes que «rehusan aplicar la línea, los principios, las políticas del partido», y otros que «forman clanes y lanzan falsas acusaciones».

La consecuencia práctica de esta situación es lo que Diario del Pueblo, órgano oficial del partido, denomina «el descontento de las masas», y, de manera más precisa, la fosa que se cruza entre las masas y el partido. Es la primera vez que el partido, como tal, y no esta o la otra «camarilla», se reconoce como el principal responsable de la crisis de confianza que se observa en el país, cuatro años después de la muerte de Mao y dos años después del tercer pleno del comité central, en el que fueron definidas las líneas y políticas en vigor desde finales de 1978.

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