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Suárez expresa a los mandos militares de Ceuta la preocupación del Gobierno por el terrorismo

Las autoridades militares y civiles de Ceuta recibieron ayer al presidente Suárez cubiertas del polvo huracanado que levantaron las aspas de su helicóptero, pero con un perceptible sentimiento de alivio y gratitud por una visita que encierra para ellos todo el valor de una confirmación sobre el futuro español de la ciudad.

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El helicóptero de la fuerza aérea española en que viajaba el presidente Suárez tomó tierra en el pequeño helipuerto de Ceuta a las 11.30 horas. El teniente general Merry Gordon, a quien el viento de las hélices hizo perder la gorra reglamentaria, dio la impresión de hallarse en mala condición física y a duras penas pudo seguir al presidente del Gobierno cuando, con paso franco y decidido, revistó la compañía de honores del Regimiento de Regulares número 1.La población ceutí (50.000 personas que se reparten 19,3 kilómetros cuadrados) no ha sido en absoluto movilizada para el acontecimiento. Un estudiante de COU decía con pesar a los periodistas que no les habían dado vacaciones en el instituto. El comercio tampoco cerró. El periódico local El Faro de Ceuta recibió a Suárez ayer con una primera página llena de fotografías de la barriada Príncipe Alfonso, auténtico gueto en el que se hacinan casi 25.000 musulmanes. El periódico reclama una solución urgente para terminar con unas condiciones de vida infrahumanas y pide que se otorgue la nacionalidad española a quienes tienen derecho a ella y que se retire más allá de la frontera a los que se encuentran en condiciones ilegales, para poner así coto a la temida marroquización.

Ofrenda a los caídos

Séquito, autoridades y periodistas se dirigieron tras la llegada del presidente Suárez al acuartelamiento del Tercio Duque de Alba, segundo de la Legión, donde se anticipó en veinticuatro horas la celebración del sábado legionario, según el ritual de himnos y desfiles que las cámaras de televisión han llevado ya alguna vez hasta la pequeña pantalla.

Tras el toque de oración, una voz grabada dijo por los altavoces: «Señor Dios de los Ejércitos, el Tercio Duque de Alba de la Legión honra a sus muertos; te pedimos señor por el teniente coronel Millán Astrain, fundador de la Legión, y por el comandante Franco y por todos los muertos caballeros legionarios». A continuación, el presidente depositó una ofrenda floral en el monumento a los Caídos que cierra la esquina de la plaza de armas, bautizada con el nombre del anterior jefe del Estado, y que da frente al límite territorial con Marruecos.

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Las evoluciones de la Legión, sus himnos y sus músicas conmovieron hasta erizar la piel de muchos de los asistentes, pero todo el despliegue evocaba aires de otros tiempos. Más allá de las tradiciones y esencias tan fundamentales en el espíritu de los cuerpos armados, la Legión parece responder a una imagen distinta de la que ofrecen las nuevas unidades de primera línea: brigada paracaidista, compañías de operaciones especiales, etcétera, mucho más entrenadas en los medios y en las técnicas de la guerra moderna.

Coloquio con los mandos militares

Concluido el acto, vino el coloquio con los mandos de las distintas unidades que tienen su sede en Ceuta, cuyos efectivos suman alrededor de 12.000 hombres. Según lo previsto, el capitán general pronunció unas palabras de salutación, bienvenida y subordinación. Suárez prefirió ceder su turno protocolario y abrir un coloquio, al que invitó a participar con sus preguntas a los reunidos.

En breves encuentros posteriores con los periodistas, el presidente y el capitán general precisaron que a lo largo del coloquio se habían abordado los temas más preocupantes del actual momento: crisis económica, terrorismo, reforma de las Fuerzas Armadas mediante disposiciones legales sometidas al Parlamento, como es la próxima creación de la reserva militar activa.

En cuanto al futuro de Ceuta y Melilla, el presidente aclaró con firmeza a sus interlocutores que la Constitución deja su españolidad fuera de cualquier duda. Al informar sobre las medidas con que se debe afrontar el terrorismo etarra por el que los militares se mostraron muy preocupados, el presidente dijo que no se puede responder a los terroristas, «convirtiéndonos en asesinos como ellos».

La muerte del primer ministro portugués Sa Carneiro ha entrañado un cambio de planes para permitir que el presidente español asista hoy a los funerales en Lisboa, desde donde se dirigirá a Melilla para intentar cumplir al máximo el programa inicialmente previsto, que presenta un riguroso paralelismo con el de Ceuta: visita al acuartelamiento de la Legión, sesión de trabajo con las autoridades locales, inauguración de otra central térmica de la Empresa Nacional de Electricidad y pequeños baños de multitud a base de banquetes con militantes y simpatizantes del partido centrista, que en ambas ciudades acaparan los escaños del Congreso y del Senado así como los respectivos ayuntamientos.

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