Denuncia contra una maestra de Guadalajara por golpear y herir a una niña
La niña de seis años María Cristina Martínez necesitó tres puntos de sutura en la oreja como consecuencia del castigo que le propinó su maestra. El hecho ocurrió en un centro privado de la capital, en el colegio de Las Adoratrices, y se produjo cuando la niña se orinó en clase, lo que provocó las iras de la profesora.
El padre, Eduardo Martínez, que al día siguiente presentó una denuncia en el juzgado, ha manifestado a EL PAIS su convencimiento de que su hija no pidió, por miedo, permiso para ir al servicio. El padre de María Cristina aseguró también que desde el principio del curso había observado que la niña no se mostraba contenta con su profesora. Después del suceso fue cambiada de clase, pero durante varios días ha estado algo traumatizada.Puestos en contacto telefónico con la directora del centro, ésta se negó a dar ningura explicación e indicó que habían tomado las medidas aconsejadas por la Delegación Provincial de Educación. El delegado de este Ministerio ha restado importancia al tema, afirmando que, según sus noticias, se había tratado de un accidente ocurrido cuando la profesora regañaba a la niña. No obstante, aseguró «haber tomado cartas en el asunto por tratarse de un castigo físíco».
También señaló que, si procede, tomarán las medidas oportunas de acuerdo con el reglamento, aunque se reiteró en su opinión de que este ha sido un caso «aislado y circunstancial».
Cuatro mil niños son atendidos cada año en España a causa de malos tratos y palizas por parte de los adultos. De ellos mueren cada año 82, según datos extraídos de estadísticas de hospitales y centros tutelares sobre los que se informó la Cruz Roja Española. La situación se agrava por el hecho de que en España apenas se denuncian casos de niños maltratados. Según el Tribunal Tutelar de Menores, en 1979 se denunciaron en Madrid sólo dieciséis casos de niños objeto de malos tratos.
A todo esto hay que añadir la legislación desfasada, que data de principios de siglo. En el artículo 420 del Código Penal, referido a las lesiones producidas a otras personas, se dice al final: «No están comprendidas en el párrafo anterior las lesiones que el padre causare al hijo excediéndose en su corrección».
El sindrome del niño apaleado
Si bien los malos tratos a los niños provienen preferentemente de los padres o familiares, no son infrecuentes las lesiones producidas en colegios, quizá en la línea de la letra, con sangre entra. Las denuncias son cada vez más numerosas. Así, es de señalar las lesiones producidas a un niño de diez años como consecuencia de los golpes recibidos por uno de los profesores del colegio nacional San Claudio, de León, en enero del presente año. No fue la primera vez que se producían malos tratos en el mismo colegio, ya que, durante el curso 1978-1979, otro de los profesores del centro fue qondenado por los tribunales a indemnizar a los padres de otro niño que había resultado con el tímpano roto a consecuencia de un suceso similar. En el mes pasado se denunció otro caso: un bebé de quince meses fue objeto de malos tratos en el colegio Santa María de Leuca, de San Lorenzo del Escorial, según denuncias de la madre del pequeño.La definición del «síndrome del niño apaleado» fue dada por primera vez por los dostores Kempe y Helfter. La afirmación hecha por los dos médicos es suficientemente significativa: «Mueren más niños menores de cinco años a consecuencia de los malos tratos que a causa de la tuberculosis, de la tos convulsa, la poliomielitis, la escarlatina, la fiebre reumática y la apendicitis juntas ».
Los malos tratos a niños no es un problema que afecte solamente a países subdesarrollados, sino que, de manera alarmante y progresiva, se producen en los países llamados desarrollados y en las grandes ciudades.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.