Más difícil todavía.
En España roban, casi cada día, tallas románicas, cuadros antiguos, objetos abandonados en iglesias de comarcas descuidadas por los que tienen la obligación administrativa de velar por el patrímonio artístico nacional. En Francia aflilan aún más los ladrones. Han robado, en una galería de París, una escultura de Henry Moore. La pieza, valorada en unos nueve- millones de pesetas, no era de las más pesadas entre las realizadas por el gran escultor británico: los diez kilos de la obra ofrecieron, obviamente, escasa resistencia a los amigos del arte ajeno.
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