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Los científicos, contrarios a que la investigación pase a las entidades autónomas

La posibilidad de que haya una transferencia de centros de investigación a las comunidades autónomas, ha dado pie a la agencia Efe para realizar una encuesta entre quince destacados científicos e investigadores españoles, de los que diez se muestran decididamente contrarios a esta posibilidad, por entender que la investigación debe ser un esfuerzo coordinado a nivel nacional. Cinco científicos establecen una serie de condiciones para el proceso de transferencias, y ninguno de los consultados se muestra partidario de las transferencias. La descentralización es deseable siempre que no signifique atomización.

Según Severo Ochoa, que encabeza la lista de consultados, "en todos los países, incluso en los federales, la investigación es asunto nacional y no de los Estados miembros. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas debe ser central y para toda la nación. Si los entes autónomos quieren crear su propia investigación, deben hacerla; pero es preciso contar con un organismo central que regule las investigaciones. Todo lo que no sea esto, es perder el tiempo».Alberto Sols, director del Instituto de Enzimología del CSIC en Madrid, piensa que el fraccionar la investigación hace a ésta perder eficacia. «No se puede hacer una investigación seria con un criterio local. Quizá en un ambiente más pequeño sea posible obtener algunos beneficios, pero los perjuicios son mayores. Si se fragmenta la poca investigación que se hace en España, supondrá la sentencia de muerte de nuestra ciencia».

Francisco Grande Cobián, profesor de bioquímica en Zaragoza, opina que la atomización es mala. «Si los entes autonómicos quieren ayudar a la investigación, que la ayuden, pero no transformándola en un problema local. Todo lo que sea minimizar la ciencia es deshacerla».

Julio Rodríguez Villanueva, catedrático de Microbiología en Salamanca, cree que «transferir la competencia de investigación es añadir más problemas a los que ya existen. La savia que hace posible la creación de la ciencia es la falta de fronteras».

Federico Mayor Zaragoza, director adjunto de la Unesco, hace una interpretación política del tema y dice: «Teniendo en cuenta la experiencia de otras naciones, los centros transferidos a las comunidades autonómicas deben seguir perteneciendo a la nación española, y la responsabilidad total de su funcionamiento y gestión debe corresponder al Gobierno de la nación».

Antonio García Bellido, director del Instituto de Genética del CSIC, en Madrid, pone dos limitaciones a la transferencia de competencias: «La ciencia precisa de grandes esfuerzos colectivos en casi todos los campos, y es conveniente que esté separada lo más posible del poder; en este último sentido, el dividir la ciencia en territorios más pequeños implica que estará sometida a mayor control político».

Eduardo Primo Yufera, ex presidente del CS IC y actual catedrático de la Escuela de Ingenieros Agrónomos, de Valencia, también se muestra contrario a la transferencia, «porque una de las cosas que no se puede desmembrar en una nación es su investigación científica y tecnológica, por la necesidad de obtener beneficios máximos con los medios disponibles».

Antonio González González, director del Instituto de Productos Naturales de Canarias, del CSIC, ve el peligro en la posibilidad de que las autoridades autonómicas quieran resolver problemas a corto plazo, «y esto no haría más que minimizar y hasta destruir la investigación. El problema es mayor aún en las regiones pobres como Canarias».

Federico García Moliner, vicedirector del Instituto de Física del Estado Sólido, del CSIC: «Puede ser catastrófico. ¿Cómo es posible establecer relaciones a nivel internacional desde grupos aislados?».

Manuel Chávez, representante del CSIC en la FAO, es contundente: «La investigación tiene que ser nacional. Cualquier investigación de importancia, aun la de carácter local, tiene trascendencia internacional, y si no es así, no es investigación».

Condiciones estrictas

Otros cinco científicos, por su parte, ven aspectos positivos en la transferencia de competencias de materia de investigación a las entidades autonómicas, aunque siempre con condiciones estrictas.Santiago Grisolía, director del Instituto de Investigaciones Citológicas de Valencia, dice: «Si la transferencia es total, quizá sea beneficioso. A medias no vale nada, porque sin competencias no hay excelencia». Ramón Margalef, catedrático de Ecología de la Universidad de Barcelona, esÚnia que los centros a traspasar están moribundos, es mejor no traspasarlos. «Sin embargo, aquéllos que funcionen deben pasar a las comunidades autonómicas, a fin de que tengan mayor cohesión con el medio en que viven. Pero de lo que estamos no podemos estar, de cualquier modo».

Manuel Ballester Boix, director del Instituto de Química Orgánica Aplicada de Barcelona, del CSIC, es partidario de las transferencias, «pero no de cualquier manera. Debe realizarse con los edificios y el material, pero no con el personal, que debe mantener su carácter de funcionario estatal. Otra cosa importante es la posibilidad que tengan estos centros a acceder a créditos de toda la nación».

Manuel Lachica, director de la estación experimental del Zaidín, en Granada, del CSIC, propone una descentralización progresiva, aunque siempre teniendo en cuenta que la ciencia no es algo local ni regional, ni siquiera nacional. «Pienso también que la descentralización no debe suponer atomización, y, por ello, es necesario que exista un órgano suprarregional que organice a nivel estatal y sea el puente entre los órganos regionales».

Francisco Camps, director del Instituto de Biorgánica de Barcelona, dice finalmente que «la Generalitat nos ha dado la seguridad de que habrá una preocupación por la investigación. En principio, las transferencias parecen más realistas, siempre y cuando sepamos que seguimos trabajando desde Cataluña para España».

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