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El mayor hospital de Ruanda fue construido hace seis años con dinero de los navarros

Desde hace seis años existe en el corazón de Africa, en Ruanda, concretamente en Namba, un hospital con dinero recaudado en Navarra, en el que trabajan, junto a los indígenas, médicos y enfermeras desplazados desde diversas poblaciones de la geografía navarra. A través de Medicus Mundi, la idea de levantar un hospital en un país con gravísimos problemas sanitarios se hizo realidad, y, en la actualidad el centro de Namba está considerado como uno de los mejores de aquel país, como lo prueban las 49.204 personas que fueron atendidas a lo largo del pasado año.

Medicus Mundi, asociación internacional, aconfesional, de inspiración cristiana, sin fines lucrativos, cuyos objetivos son la ayuda material y personal al Tercer Mundo, promovió en Navarra la idea de construir un hospital en Ruanda, país en el que actualmente existen veintisiete centros hospitalarios para una población de casi cinco millones de habitantes, objetivo que se cumplió para el año 1974. Desde entonces, los navarros han estado presentes en Ruanda a través de médicos, enfermeras y ATS que han ido a trabajar durante temporadas, por el sistema denominado vacaciones fraternales.De esta forma, el hospital de Namba ha conseguido situarse entre los primeros de Ruanda gracias al alto nivel de sus especialistas y a su farmacia, considerada como la más completa del país. La mayor parte de los medicamentos de la farmacia llegan habitualmente por avión desde Navarra, en donde se recogen a través de Medicus Mundi. El último envío para la farmacia transportó quince toneladas de material sanitario, que habían sido recogidas mediante donaciones de particulares en diversos puntos de Navarra.

Sin embargo, el hospital atraviesa en la actualidad un momento delicado, después de que regresara a Pamplona, hace una semana, el doctor José Manuel Cebeiro, director y cirujano del centro, acompañado de su esposa, la enfermera María Teresa Aznarez, que han permanecido en Namba durante dos intensos años. El doctor Cebeiro, especialista en ginecología, cerró. su consulta particular en Pamplona en 1978, consiguió la excedencia en su plaza de médico de la Seguridad Social, y se fue con su mujer a Ruanda para trabajar dos años en un hospital que atiende a una población de 200.000 habitantes. Con su venida a Pamplona, el hospital ruandés se ha quedado sin cirujano, con el grave problema que supone, si se tiene en cuenta que el año pasado se practicaron 3.557 operaciones de todo tipo. «Yo soy ginecólogo», indicó a EL PAIS el doctor Cebeiro, «pero antes de ir a Ruanda me tuve que poner al día en otras especialidades, porque sabía que allí tendría que tratar todo tipo de enfermedades. Así, me ha tocado, incluso, operar de cataratas a un anciano. Es una experiencia nueva y distinta, que merece la pena vivir».

En un país como Ruanda, con 188 médicos censados para atender en veintisiete hospitales a casi cinco millones de habitantes, el centro de Namba, en donde existe un material clínico (en su mayoría transportado desde Pamplona, ya que se trata de regalos y donaciones de particulares) de alta tecnología y calidad, se ha convertido en una institución, hasta el punto de que van pacientes de otros países, como Zaire, Uganda o Burundi. Sus 96 camas son insuficientes para atender a los enfermos, si bien se ha ampliado la zona de los acompañantes de los pacientes, gracias a una ayuda de 10.000 dólares ofrecida por la embajada de EE U U en aquel país. El ichumbi (en ruandés, lugar para los familiares de los enfermos) se inauguró -no podía ser menos- el 7 de julio de 1980, festividad de san Fermín.

De los escasos españoles que están en Ruanda, una buena parte son navarros, que se encuentran como misioneros o trabajando en el hospital de Namba. Un personaje popular entre la colonia hispana es el sacerdote Manuel Daguerre, natural de Errazu (Navarra), que montó una fábrica de manufacturado de cigarros puros, en la que trabajan quinientos operarios nativos, después de comprobar que el principal problema de aquel país es el hambre. De esta forma da trabajo a quinientos ruandeses y los beneficios a final de año de la industria se destinan a obras sociales.

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