Jordi Teixidor: "La influencia americana no me impide ser un pintor europeo"
El pintor valenciano Jordi Teixidor (1941) presenta esta tarde sus cuadros más recientes, pintados en Nueva York, en la madrileña galería Vandrés. Después de José Guerrero, y un poco al margen de toda exactitud cronológica, este artista plástico suele ser considerado, junto a Gerardo Delgado, como el joven pionero de esa tendencia pictórica (reducida al mote funcional de pintura-pintura) que fija su atención en la escuela norteamericana, y que hoy cuenta con tantos epígonos en España.
Acaba de llegar de Estados Unidos. Y se ha traído Jordi Teixidor, enrollados, varios lienzos de dimensiones considerables, más seis dibujos y cuatro óleos pequeños sobre papel: « Estas cuatro obras, por ser las últimas que he pintado, son las que más me interesan. Creo que se convertirán en el prólogo del trabajo que desarrollaré durante el año próximo».Pregunta. Usted ha declarado que desde comienzos de los años sesenta estaba ya en contacto, a través de catálogos, con la obra de pintores norteamericanos tales como Rothko y Motherwell. Su interés posterior por los trabajos de Morris y Judd, así como la relación patria con el grupo Trama no han hecho sino apuntar hacia el mismo norte. Al pintar estos cuadros en tierra norteamericana, ¿cómo ha vivido usted la experiencia?
Respuesta. He realizado un trabajo en el que mi ubicación puede parecer influyente, desde luego. Lo que ocurre es que me he limitado a realizar algo que yo tenía pensado de antemano, como evidencia el primer cuadro de la serie, pintado todavía en Valencia. Para lo que sí me ha servido esta estancia creadora en Nueva York es para entender hasta qué punto mi obra se hallaba influenciada o no por la escuela americana.
P. En tal sentido, ¿a qué conclusiones ha llegado?
R. He podido percibir que los pintores americanos adoptan una postura muy singular delante de un lienzo; poseen mayor desparpajo que nosotros, son menos esclavos de las referencias a la tradición, pagan menos tributos a la cultura establecida. Los europeos trabajan con un bagaje cultural mayor sobre sus espaldas. En lo que a mí respecta, ha quedado contundentemente claro que mis pinturas, para bien o para mal, son europeas. Es algo que allí salta a la vista.
P. ¿Y presentan diferencias notables estos cuadros con los suyos anteriores?
R. Utilizo colores mucho más cálidos que antes. Las pinceladas han perdido un cierto ritmo monótono. Hay mayor acción e incluso un gran respeto por los accidentes: manchas, salpicaduras chorreos...
Paralelismo entre poesía y pintura
P. En un pintor como usted, tan atento al color, ¿qué papel desempeñan estos dibujos negros?R. Sólo muestro en ellos la parte dinámica de la ejecución, la expresividad del gesto. El color se halla deliberadamente ausente.
P. ¿Hay otro dinamismo al emplear el color?
R. Hay determinados colores que implican determinado movimiento.
P. Observará que en España han surgido numerosos pintores que parten de presupuestos parecidos a los suyos. ¿Qué piensa de esta eclosión?
R. La cantidad es siempre algo muy llamativo y hay que acercarse a ella con cierta cautela. Dada la edad de los protagonistas, yo espero que, poco a poco, algunos separarán el grano de la paja. Pero, en principio, la reacción me parece bastante positiva.
P. Usted ha llegado a pintar un pequeño poema. Y es un poeta, Guillermo Carnero, quien le ha escrito el catálogo de esta exposición. ¿Qué relaciones mantiene usted con la poesía?
R. Me interesa en gran medida. La creación de un poema se asemeja mucho a la de un cuadro. Ese paralelismo hace que a menudo la lectura de un poema me permita pintar con placidez.
P. ¿Se queda ya en España o regresa a Estados Unidos?
R. Regreso a Nueva York. Es una ciudad que, pese a todos los pesares, permite ver mejor que ninguna otra por dónde están funcionando los derroteros del arte.
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