Los periodistas portugueses inician mañana una huelga general de cuatro días
El sindicato unitario y autónomo de los periodistas portugueses ha decretado, a partir del miércoles, una huelga general de cuatro días, en apoyo a sus reivindicaciones de negociación de un nuevo convenio colectivo. A finales de septiembre, los periodistas habían hecho ya dos días de huelga por el mismo motivo.La comisión de huelga llegó a un acuerdo con los representates de los sindicatos de tipógrafos y gráficos para evitar que, como sucedió anteriormente, pequeños núcleos de esquiroles puedan publicar ediciones de algunos diarios.
La precaución parece superflua esta vez, ya que se han adherido voluntariamente al movimiento las redacciones de algunos diarios progubernamentales que no habían participado en el paro de septiembre. Las únicas redacciones que se mantienen de momento al margen son las del derechista O Día y del semanario O Tempo.
A las reivindicaciones de índole salarial se une un movimiento de protesta por la degradación de la situación dentro del sector estatal de la información, más concretamente en la radio y la televisión, cuyas administraciones son acusadas de depuraciones políticas, censura y manipulación de las noticias. Todos los servicios noticiosos de la segunda cadena de la televisión permanecen suspendidos hasta nueva orden y los periodistas que los elaboraban han sido alejados de sus funciones.
Los sectores de izquierda y los periodistas ya no son los únicos en protestar contra el control gubernamental de la información: el partido monárquico, tercera formación de la mayoría., se declaró el domingo «hondamente preocupado» por la situación, que motivó también una protesta del diputado independiente del PSID Sousa Tavares, director del diario estatalizado A Capital y del grupo reformador.
En la Prensa escrita, el sector estatal se reduce en la actualidad a tres diarios de difusión nacional y uno regional, pero es, sobre todo, en la radio y la televisión donde los incidentes han menudeado en los últimos meses, con la sustición,de casi todos los periodistas conocidos del público y de la casi totalidad de los titulares de cargos de responsabilidad dentro de las redacciones.
El creciente desprestigio de la Prensa se traduce en una continuada bajada de las ediciones, que amenaza la existencia de la totalidad de los diarios, obligados a recurrir cada v ez más al apoyo financiero del Estado, dejando en entredicho la pretendida independencia de la Prensa privada en relación a la estatal.
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