La mujer trabajadora
La trayectoria laboral de la mujer no ha sido fácil; desde el derecho de pernada hasta el actual Estatuto de los Trabajadores, puede decirse que no ha tenido todavía un final feliz.En esta época de grandes crisis, cuando los empresarios se hacen más ricos y los trabajadores más pobres, a la mujer, como siempre, le toca perder, bien sea el puesto de trabajo o los mínimos derechos que había adquirido a fuerza de trabajo.
Los grandes cerebros empresarios interpretan así el famoso Estatuto: «Si una mujer tiene una baja de maternidad puede encontrarse con la sorpresa de que al volver su puesto esté ocupado»... y «ya le avisaremos». Por el contrario, si la mujer que está trabajando no tiene hijos en edad escolar, le suprimen a ésta las vacaciones de verano y le obligan a disfrutarlas en invierno, aunque la propia trabajadora esté matriculada en un centro docente a su vez.
Estas contradicciones tan surrealistas ocurren a diario a auxiliares de enfermera, telefonistas y demás trabajos excesivamente femeninos, que los hombres no suelen hacer.
Además, en algunos monopolios están ofreciendo, solamente a mujeres, indemnizaciones para que dejen de trabajar, ya que sobra mano de obra, y, sobre todo, si es de mujer que tiene tantas complicaciones, quehaceres domésticos, obligaciones familiares, que los grandes patriarcas no tienen. Además, éstos no tienen tiempo de acudir a los múltiples puestos y cargos que ostentan, a los que no llega la crisis./
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