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La URSS y Etiopía estrechan su cooperación

El presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, Leónidas Breznev, y el presidente del Consejo Militar Provisional (Derg) de Etiopía, teniente coronel Mengistu Haile Mariam, concluyeron ayer, en Moscú, sus conversaciones en la cumbre. Con esta visita, los dos países estrechan su cooperación en la zona.Según la referencia oficial, en la entrevista fue abordada, especialmente, la cuestión de la cooperación económica.

Los diplomáticos occidentales esperaban que uno de los temas importantes de estas conversaciones fuese la cuestión de la cooperación militar entre los dos países, especialmente en lo que se refiere a eventuales facilidades portuarias en la costa etíope del mar Rojo, para la flota soviética. A cambio, el régimen de Addis Abeba habría requerido un aumento de la ayuda militar, de cara a los conflictos de Eritrea y Ogadén.

La referencia sobre la cumbre de Moscú no hace alusión a esta cuestión militar. No obstante, las conversaciones etíope-soviéticas continúan a nivel de ministros y técnicos.

Firme aliado

Con esta visita, la URSS y Etiopía consolidan su alianza en el «cuerno de Africa». El régimen de Addis Abeba se ha convertido para Moscú en el más firme aliado con que cuenta en la región. De ello dan fe, además de esta visita a la URSS de Mengistu, los numerosos contactos de alto nivel mantenidos por los dos países desde que la Unión Soviética se alineó, en 1977, Junto a Etiopía, en la guerra del Ogadén, contra Somalia.El propio Mengistu firmó en Moscú, en noviembre de 1978, un tratado de amistad y cooperación. Alexei Kosiguin, entonces jefe del Gobierno soviético, visitó Addis Abeba en septiembre, el pasado año. Hace algunos meses, al almirante Gorchov, comandante en jefe de la Marina de guerra de la URSS y viceministro de Defensa, hizo una visita a Etiopía para pedir facilidades portuarias a los barcos soviéticos en el mar Rojo.

En el banquete ofrecido por Breznev a su huésped etíope en la noche del lunes, el líder soviético se pronunció contra el establecimiento de una base norteamericana en Berbera (Somalia), por considerar que crea una «amenaza de guerra en la región y en el mundo».

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